Premium

Mauricio Velandia | Sociedad: seguidores.com

Avatar del Mauricio Velandia

Un seguidor se diferencia de un sumiso en que el sumiso pierde autonomía, sentido crítico y poder de decisión 

En esta época, con las redes sociales se han venido creando dos conceptos cuantitativos sociales que toman peso en el mundo digital, los cuales profundizan su fama por todas partes: los conceptos de (i) número de seguidos y (ii) número de seguidores.

La palabra seguidor proviene del latín ‘sequor, sequi, secutus sum’, que significa “ir detrás de”. El sufijo dor se usa para formar sustantivos a partir de verbos, indicando una persona que realiza la acción del verbo. Así, el verbo seguir más el sufijo dor producen la palabra seguidor, que literalmente significa: el que sigue. Para nuestro caso, el que sigue ideas, un movimiento, causas, una religión, una persona, deporte, partido político o hasta seguimientos para saber qué está diciendo el otro para repetir el comentario.

Un seguidor se diferencia de un sumiso en que el sumiso pierde autonomía, sentido crítico y poder de decisión en la relación con la persona o idea que decide seguir. El seguidor mantiene su autonomía y capacidad de juicio crítico, cuestionando y criticando cuando no está de acuerdo. Puede ser activo, opinando y participando, o ser silencioso, dejando a salvo su libertad; pero si tiene un grado de dependencia encaminado a llenar su bolsillo esto lo puede direccionar a la sumisión y su capacidad de crítica se ve minimizada porque debe guardar obediencia y lealtad por la necesidad de aprobación o por un puesto de trabajo. Su comportamiento está fuertemente influenciado por la necesidad de complacer o evitar conflictos con la autoridad a la que se somete, así no lo comparta. Seguidor por conveniencia. Grave, pero cierto.

Del otro lado está el líder, quien asume responsabilidades de toma de decisiones y tiene mayor influencia sobre los demás, guiando y motivando a sus seguidores. Su comportamiento y decisiones impactan significativamente en el grupo tomando la iniciativa, identificando oportunidades, resolviendo problemas, superando desafíos e inspirando a otros. Entre líder y seguidor existe una interdependencia y las dos posiciones se complementan mutuamente. Los líderes necesitan seguidores y viceversa. El líder requiere de un séquito y un séquito de un líder. En el mundo actual se ha olvidado esa cartilla que enseñe cómo liderar, ser atrevido, irreverente, con criterio y dar saltos de evolución. Se castiga a ese personaje que pretende cambiar constructivamente.

Observando las masas laborales en las empresas la mayoría de las personas son seguidores, solo hay un jefe. La conservación laboral está más basada en ser un buen seguidor que en ser un trabajador que pretenda cambios constructivos. Se premia al buen seguidor que se comporta como un líder en espera haciendo fila. Y es fácil ser seguidor. Lo malo es que esa posición va creando falta de deseo para ocupar una posición de autoridad o independencia, evocando una pasividad abnegada, un síndrome de oveja por conveniencia y, en ciertas ocasiones más enquistadas, ovejas por convicción. Es usual que a muchos líderes al inicio les guste la idea de ser desafiados y sonríen frente al contradictor, pero luego, cuando se enfrentan a ello en el día a día, descubren que prefieren la sumisión cobarde, y ríen con nerviosismo de perder el puesto o posición de líder. El independiente y disruptivo de pensamiento se convierte en alguien peligroso. Esa es la democracia del siglo XXI. Michel Foucault tal vez tenía razón. Un buen gobernante enseña a sus ciudadanos a ser líderes, no solo seguidores. ¿El país necesita líderes o seguidores.com? Pienso yo: líderes.