Columnas

Legitimando feminicidios en Irán

Si las asambleístas hubiesen sido alemanas, francesas o españolas, el viaje hubiera sido un escándalo en sus países y hubieran volado cabezas

Municipal y espeso, Virgilio Saquicela quiso dar por terminado el escándalo del viaje de cuatro asambleístas a Irán, afirmando que esa fue una invitación pagada por el gobierno iraní. Pidieron autorización y se les concedió, aclaró, poniéndole jerigonza burocrática para demostrar que todo estaba en regla.

Pero el tema es mucho más grave de lo que pretende el presidente de la Asamblea. Que el misógino gobierno iraní haya pagado el viaje no exculpa a Viviana Veloz, Pamela Aguirre, Johanna Ortiz y Marcela Holguín. Por el contrario, lo agrava. Si bien el viaje no se pagó con recursos ecuatorianos, queda en claro que las cuatro correístas fueron financiadas por un gobierno contrario a los derechos de las mujeres para ayudarle a lavar su imagen. Esto, después de la condena mundial por la sangrienta represión a las protestas en contra de la tortura y muerte de Mahsa Amini, la activista que fue detenida por no cubrir su cabeza con el chador. Si bien es cierto que hubiera sido escandaloso que la Asamblea corra con los gastos, es impresentable que cuatro funcionarias públicas del Ecuador hayan sido financiadas por el gobierno iraní para asistir a un congreso cuyo propósito era echar tierra sobre las legítimas causas de las mujeres en Irán. No sería extraño, incluso, que hayan recibido un pago adicional: la prensa independiente iraní ha denunciado que se entregaron premios de 20 mil dólares a algunas de las asistentes.

Que Saquicela haya autorizado el viaje también es escalofriante. ¿Cómo es que no se escandalizó ante la solicitud? O es tan ignorantón como parece, o carece de todo sentido de la decencia pública, como lo demuestra a diario.

Si las asambleístas hubiesen sido alemanas, francesas o españolas, el viaje hubiera sido un escándalo en sus países y hubieran volado cabezas. Peor aún si lo hubiesen mantenido en secreto, como hicieron las ecuatorianas.

Las asambleístas no tuvieron empacho en aceptar ser parte de un operativo de relaciones públicas de un gobierno enemigo de las mujeres y lucieron muy obedientes usando el chador, precisamente por lo que Amini fue asesinada.

¿No fue ese un atroz feminicidio que ustedes legitimaron con su presencia, señoras asambleístas?