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El CNE es un peligro para la democracia

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El CNE demostró que no es un juez idóneo para manejar elecciones. Tampoco lo fue para controlar la campaña...

Si alguien pretende que en el Ecuador siga existiendo democracia, habrá que plantearse seriamente qué hacer con el actual Consejo Nacional Electoral. Lo que ha ocurrido con las recientes elecciones ya no deja lugar a dudas: ese organismo tal y como está funcionando no tiene ni la legitimidad ni la autoridad de ser el juez que un proceso electoral necesita.

Las denuncias e irregularidades halladas estos días no son algo nuevo, solo quizá la gota que ojalá haga derramar el vaso. Desde el 2017 se han registrado hechos que no han sido aclarados y en el 2021 no se hizo nada cuando los consejeros Luis Verdesoto y Enrique Pita hicieron denuncias graves que tenían que ver con los sistemas informáticos.

 Ahora resulta que se descubre un sospechosísimo centro de cómputo paralelo en la delegación electoral de Guayas y, como si fuera poco, aparece una carta de Microsoft que pone al descubierto que esa empresa venía alertando acerca de que las claves de acceso al corazón del sistema habían sido entregadas a personas que no tenían por qué tenerlas.

El CNE demostró que no es un juez idóneo para manejar elecciones. Tampoco lo fue para controlar la campaña: jamás tramitó una sanción a los actores políticos que evidentemente se extralimitaron en gastos o que, como en el caso de los candidatos al Consejo de Participación por el correísmo, violaban las normas de no ser auspiciados por partidos políticos. Es decir, no intervino durante la campaña para impedir abusos y dejó abiertas todas la hendiduras para que cometan irregularidades, como ha sucedido.

Los noveleros de Montecristi crearon al CNE afirmando que se iba a enterrar el dominio que tenían los partidos sobre el ahora desaparecido Tribunal Supremo Electoral. El remedio fue peor que la enfermedad: ahora no son los partidos, que al menos antes se controlaban entre ellos, sino los caciques de turno como Rafael Correa, Jaime Nebot o Leonidas Iza los que se reparten el pastel. Si uno controla Guayas por intermedio de un consejero, el otro Manabí o Esmeraldas, igualmente por intermedio de algún otro consejero.

Con el CNE actual, la democracia en el Ecuador está condenada a muerte.