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Martín Pallares: La vaca de Pabel Muñoz

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Si Muñoz tuviera cierto apego a la decencia o si hubiera sido educado en ella, hubiera mantenido silencio ante la propuesta

Que el alcalde de Quito acepte y se congratule públicamente de que entre sus partidarios se haga una vaca para pagar la multa que el Tribunal Contencioso Electoral le impuso por violar la ley electoral es humillante para Quito. Se trata de un gesto que busca hacer solidaria a su base electoral con su desvergonzada violación de la ley. Y al hacer solidaria a su base electoral, crear la perniciosa ilusión de que toda la sociedad quiteña también lo está. Es, en última instancia, una pirotecnia populista para hacer de su delito un cobarde recurso proselitista. El mensaje de su gesto es este: no importa que haya sido sentenciado por haber violado públicamente la ley haciendo campaña a favor de mi candidata a la presidencia de la República, porque finalmente quienes me apoyan están dispuestos a subsanar dicha condena. Es decir, el pueblo santifica cualquier cosa que pueda haber cometido. Bajo este concepto, no sería extraño que aparezca cualquier funcionario vagabundo que sea glosado por su corrupción y haga una vaca ciudadana para pagar sus glosas. Ahí sí, colorín colorado, y ese cuento de pagar por los bienes robados se habría acabado.

Si Muñoz tuviera cierto apego a la decencia o si hubiera sido educado en ella, hubiera mantenido silencio ante la propuesta del adulón que lanzó la idea. O hasta hubiera podido agradecer el gesto, mas no aceptarlo. Pero no, lo aceptó, lo agradeció y endosó el nombre que el adulón de marras le puso: la vaca ciudadana. No había cómo perder la oportunidad de santificar su pecado con la bendición de la palabra ciudadana.

Pero lo de Muñoz no solo es un gesto populista, también es deshonesto. Él no necesita la ayuda de sus partidarios para la vaca: con lo que gana podría financiar los $ 9.200 a tres meses sin interés. Y es que no lo hace porque quiere deslegitimar la decisión de un tribunal que aplicó la ley. Incluso la aplicó tibiamente porque esta, claramente, dice que la falta que cometió se paga con la destitución.

Habrá que ver si Pabel Muñoz cumple con la otra parte de su condena que es ofrecer disculpas a los quiteños. Y ver si es consecuente, además, y pide a sus partidarios que hagan una vaca expiatoria, es decir que todos sus adulones y partidarios ofrezcan esas disculpas a los quiteños para aliviarle el peso de hacerlo. Quizá en una placa colocada en los bajos del Palacio Municipal.