Martin Pallares: Buscando enemigos ando yo

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Como ha fracasado tan estrepitosamente en su combate al crimen organizado

Daniel Noboa dijo el jueves durante la marcha en Guayaquil algo que es espantosamente grave y de lo que nadie parece haberse mosqueado siquiera. Dijo que los jueces de la Corte Constitucional son cómplices de violadores y narcotraficantes. No lo dijo textualmente pero a buen entendedor, pocas palabras. “Quieren estar de lado de los violadores, quieren estar de lado de los narcotraficantes”, dijo en su brevísimo discurso durante la marcha, una marcha cuyo propósito era clarísimo: acosar a la Corte Constitucional.

Pero si resulta insólito que tamaña acusación no haya escandalizado a casi nadie en el país, también resulta intrigante saber las razones por las que Noboa trata tan desesperadamente chocar con la corte. Y aquí se pueden tejer varias teorías. Una es que el Gobierno necesita una oposición para hacer lo único que sabe: campaña. Como el correísmo es el único movimiento que podría tener la fuerza para serlo pero no lo es porque sus militantes no tienen autoridad moral para nada, entonces la opción es convertir a ese organismo en la oposición que tanto necesita.

La guerra del presidente en contra de la corte tiene otra explicación: como ha fracasado tan estrepitosamente en su combate al crimen organizado, se le hace indispensable descargar la culpa de ese fracaso sobre alguien distinto a él: los jueces. Por eso, lo de violadores y narcotraficantes.

Ahora bien, aún hay otro motivo para entender este afán casi patológico para atacar a la Corte Constitucional: ese organismo es el único poder del Estado que el Gobierno todavía no tiene colonizado: la Asamblea es suya; el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, lo mismo; el presidente de la Corte Nacional de Justicia es su fiel caniche y en la presidencia del Consejo de la Judicatura tiene pelele de bolsillo. Arrinconar a la corte y hacer las reformas para restarle poder y aumentar el suyo es, entonces, otra razón para el asedio.

Es posible que haya otros motivos para buscar la guerra o que los tres mencionados en esta columna sean concurrentes, pero lo que no es creíble es que todo sea en defensa de leyes o reformas que dizque van a salvar al país. Eso es pura y dura mentira: ninguna de las leyes y las reformas planteadas por el Gobierno están siquiera pensadas para acabar con la violencia o los vicios institucionales de la constitución correísta.