Columnas

Fuerza en la debilidad

"Hagamos la reflexión: ¿por qué seguimos con el mismo mal 35 años después? ¿Qué es lo que no hemos entendido para que la situación regrese cruda y morbosa, como ha regresado?"

Las cifras de empleo recientemente publicadas son aterradoras. Si bien el cálculo y sus categorías han sido criticadas por esconder realidades, voy a referirme solo a la de desempleo, que reporta un incremento alarmante de 4,4 % a 13,3 % en un año. Esto, más allá de la gravísima crisis fiscal que atraviesa el Gobierno, es parte de la crisis sanitaria. El que llegó fuerte a la crisis se debilita y aguanta, pero el que llegó débil terminó la lucha -económicamente hablando-.

En planeación estratégica hablamos de que el futuro se construye y el presente se deviene. Nuestra visión debe tener claras estas dos velocidades, de otra manera nos entrampamos en gestionar el presente sin construir un futuro. Las metas son el principal motor para, incluso en la adversidad, mantener un norte con expectativas de desarrollo profesional y personal.

No serán las mismas metas económicas sobre un negocio en particular, pero es la meta de encontrar otras oportunidades la que nos mantiene a flote. Esto es lo que se aprecia en el ámbito productivo, que a pesar de una notoria reducción en ingresos, al momento se da un sinceramiento de costos, aprovechamiento de talento y ganas de recuperarse.

En una entrevista sobre la situación económica un respetado analista económico dijo que hemos perdido 20 años, que la bonanza petrolera se desperdició y que la concepción del Estado como precursor de desarrollo, “el Estado da todo”, es la frase que origina el error de fondo, porque no se aprovecharon los recursos para fortalecer al individuo. ¿Lo podemos ver? ¿Podemos visualizar cómo el correísmo y sus aliados hincharon el tamaño del Estado sin responsabilidad sobre la sostenibilidad del modelo? ¿Podemos ver cómo el individuo quedó pequeño en esta priorización? Hoy que estamos en “modo manejo de crisis” podemos ser testigos de que el Estado nos da poco y más bien, cuesta mucho. Para salir adelante el individuo arriesga todo lo que tiene y lo que le ha costado mucho tiempo construir, entonces ¿por qué insistir en elegir personas discordantes de la realidad que gestionamos?

El discurso se vuelve trillado, pero este electorado no es el mismo, es una obviedad que las cosas cambian; solo sigo preguntando: ¿será que nos han amputado la visión? ¿O será que somos fáciles de distraer? Veamos el contexto: Correa está prófugo y su hermana saca un video diciendo que hay persecución política. La señora Duarte se ha asilado en la embajada Argentina por razones “humanitarias”, quizá por un juicio donde ha sido condenada en segunda instancia a 8 años de cárcel. Los asambleístas correístas siguen en México sin haber sido destituidos, salieron volando durante el paro de octubre. La corrupción estatal abunda; ahora un escándalo que involucra asesinatos y corrupción nos lleva de regreso a los 80 y nos distrae del presente. Hagamos la reflexión: ¿por qué seguimos con el mismo mal 35 años después? ¿Qué es lo que no hemos entendido para que la situación regrese cruda y morbosa, como ha regresado?

Mientras tanto los procesos electorales cumplen las fechas para anunciar candidatos e inscribirlos. No nos dejemos distraer, pongamos atención y apliquemos los mismos preceptos de manejo de crisis. Estamos débiles, como individuos y como país; es imprescindible construir futuro.