Columnas

Quebrados y victoriosos

"Estamos quebrados, sí, pero a la vez, por hoy, somos vencedores ante la enfermedad y solo dependerá de nosotros ganarle la victoria final a una vida autorreferencial y angustiada por acumular biens"

La deuda pública del Ecuador asciende a $ 59.258,27, esto sin contar los casi cuatro mil millones de dólares que el país recibirá como préstamo por parte del Fondo Monetario Internacional, y más los dos mil millones de China. Por otro lado, se requiere un acuerdo entre IESS y el Ministerio de Finanzas para que aquel pueda recibir algo de recursos y con ello algo de liquidez. ¡Tantas deudas estatales impagas, en especial a su propia gente!

El despilfarro del gobierno anterior y los desaciertos de este nos han quebrado. Es cierto, es real. Pero hemos vencido a la impunidad gracias al trabajo de periodistas de investigación que sobreviven a las amenazas y hostigamientos constantes del poder; y nos seguimos enorgulleciendo de nuestros deportistas y de algunos funcionarios públicos que sirven en lugar de robar.

También es una realidad el cambio de visión que va tomando Guayaquil, dándole al ser humano y a la naturaleza el centro de lo que debe inspirar las políticas públicas. Loja y Cuenca siguen siendo ejemplo en varias de sus áreas y nuestra Amazonía es aún, sin duda, un tesoro natural, sin que se queden atrás nuestras Islas Encantadas.

El sistema financiero, a pesar de todo, se ha abierto a la reestructuración de deudas y, si bien es un negocio de dinero, ha proporcionado algo de tranquilidad a un buen porcentaje de la población.

¿Qué nos falta? ¿Dinero? Creo que nos falta redefinir la lista de las cosas que nos parecían importantes. Nos falta redefinir el concepto de éxito. Abandonar la creencia de que tiene éxito quien más tiene, y adentrarnos a un éxito que nos proporcione dicha, por la salud y la libertad.

Estamos quebrados, sí, pero a la vez, por hoy, somos vencedores ante la enfermedad y solo dependerá de nosotros ganarle la victoria final a una vida autorreferencial y angustiada por acumular bienes. Pues la riqueza y la pobreza, aunque parezca mentira, también vienen por añadidura en cada victoria que conquistamos.