Odres nuevos, vida nueva

Avatar del María Josefa Coronel

'Tocará ser creativos y solidarios como nunca antes hemos sido si queremos sobrevivir'.

Algunas empresas han despedido a sus empleados con base en la disposición legal que estipula que los contratos podrán terminar “por caso fortuito o fuerza mayor que imposibiliten el trabajo, como incendio, terremoto, tempestad, explosión, plagas del campo, guerra y, en general, cualquier otro acontecimiento extraordinario que los contratantes no pudieron prever o que previsto, no lo pudieron evitar”. Hay proyectos de reformas legales que pueden permitir que no se liquide a los empleados.

Por otro lado, el Estado ha anunciado el recorte de personal y la reubicación de recursos económicos para obras y servicios que cree se ajustan a la necesidad del país.

De lo que vemos en los medios de comunicación, no aparece una cura o vacuna o protocolo altamente eficiente para combatir el virus. Las personas siguen, en el máximo de sus posibilidades, en sus casas. El transporte público, el comercio informal, los negocios de cosmética y ‘spa’, los gimnasios, las aulas, las salas de audiencia judiciales, volverán a funcionar.

Los almuerzos familiares dominicales, las reuniones y abrazos con los amigos, ¿podrán volver a darnos alegría? ¿La vida, como la hemos experimentado hasta hoy, cambió para siempre?

Mientras no se pueda controlar esta pandemia con certeza, ni las relaciones de trabajo, ni las profesionales ni de servicio serán las mismas.

Tocará ser creativos y solidarios como nunca antes hemos sido si queremos sobrevivir. No cabe solo pensar en que a mí me va bien, y qué pena por el resto, porque demostrado está que solo no se salva nadie.

Individual y comunitariamente tendremos que ser hábiles para ganarnos el pan y la vida cada día. Desde los trueques, el canje de servicios, el ahorro de la transportación, tanto en combustible como en riesgo de contagio.

¿Y quiénes son los más entrenados para ese estilo de vida? Los más necesitados de siempre. Vivimos para no sentirnos pobres, nos encerramos y resguardamos, y de ellos, hoy, tocará asumir hábitos de colaboración y supervivencia. De ellos, de los preferidos de Dios.