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Reformas

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Solo un anencéfalo o un micropoligírico cerebral, carente de identidad, vergüenza y de honor puede ser capaz de espetar al espacio tamañas denigrantes y estúpidas declaraciones...

Fui muy claro en mi entrega anterior al esbozar más o menos un diagnóstico de lo que es y significa la Asamblea Nacional para los ecuatorianos, escandalizado ante el tragicómico espectáculo brindado al pueblo por quienes fueron elegidos, en apenas 100 días de gobierno.

Su accionar revela con una claridad desconcertante que en los últimos lustros los ecuatorianos no han sabido comprender el significado de la palabra “legislador”, desconociendo además, la preparación, responsabilidad y el cometido de tal posición al ser parte de un cuerpo colegiado de la más alta prestancia y significación, y que en el zafarrancho electoral, ciertas organizaciones políticas hambreadas y famélicas, elaboran un listado de aspirantes a la Asamblea Nacional, muchos de los cuales parecerían extraídos de entre las mafias carcelarias, listos para ocupar sus curules y empezar a enriquecerse, poniendo rápidamente en marcha sus retroexcavadoras domésticas.

Durante estos últimos días hemos escuchado intervenciones de algunos de los jefes de los bloques en los que se ha dividido la misma, en las cuales se han expresado con adecuado criterio y buenas expectativas de diálogo; sin embargo, hay otros asambleístas oligofrénicos, que a viva voz han manifestado que no aprobarán y se opondrán a todo proyecto de ley o reglamento que provenga como parte de los requerimientos del Ejecutivo.

Tal actitud cavernaria y absurda me da la razón en el sentido de que los asambleístas deban tener algún título, sea un reconocimiento universitario, un diploma técnico, un certificado de profesionista de nivel medio, etc.; es decir, una constancia, que se constituya en una garantía intelectual para un adecuado desempeño en relación a su futuro papel de fiscalizar y legislar.

Solo un anencéfalo o un micropoligírico cerebral, carente de identidad, vergüenza y de honor puede ser capaz de espetar al espacio tamañas denigrantes y estúpidas declaraciones, rechazando todo tipo de discusión o diálogo en un ámbito parlamentario, donde esa es justamente la tónica de un verdadero accionar legislativo.

Y sigo andando…