El último paro nos invita a meditar sobre la situación de los ecuatorianos al haberse desnudado las realidades de un país lleno de desigualdades, en ausencia de un verdadero líder o gobernante que las enfrente con aplomo y criterio a como dé lugar, imponiendo un firme y bien orientado rumbo hacia un orden y progreso integral.

Los indígenas tienen carencias y necesidades insatisfechas y para resolverlas organizan sus protestas mediante marchas dizque pacíficas, en medio de las cuales se introducen gavillas de bandoleros perfectamente toleradas por ellos, que dan un color vandálico a sus requerimientos, por justificados que sean.

Amputando la realidad étnica del Ecuador, el Gobierno ha organizado las mesas de trabajo en donde se discutirán los problemas de la patria en la búsqueda de soluciones. Instalación totalmente absurda, toda vez que el Gobierno aceptó dialogar con los representantes de la Conaie, Feine y Fenocin, es decir con el 6 % de los ecuatorianos, y graciosa o malévolamente, se olvidó del 94 % restante, que tiene iguales derechos y que por ende, debíamos haber estado representados en dichas mesas, en donde se decidirá, al parecer, el destino de la nación. Lamentablemente, por ser ciudadanos respetuosos de la ley, del orden y de la democracia y por el hecho de no armar relajo o fomentar desórdenes públicos, no somos atendidos igualitariamente.

Ante estas realidades y dado que estamos estrenando ministro de Salud, me pregunto: ¿qué pasaría si los empleados y trabajadores del hospital León Becerra de Guayaquil alquilaran ponchos rojos, zamarros y alpargatas, fabricaran lanzas de guayacán, escudos criollos, prepararan voladores y contrataran sicarios, organizando una marcha agresiva, y cerrando la calle Eloy Alfaro, atacaran la propiedad privada, afectaran a los vendedores de la Bahía e invadieran el Malecón 2000 causando estragos y destrozos? Tal vez de esta manera el flamante ministro se apiadaría de ellos y les pagarían los 6 meses de salarios que adeuda el MSP y que atentan contra su vida, la nutrición de sus hijos y la estabilidad familiar.

Y sigo andando…