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El bicentenario

Avatar del Luis Sarrazín

Nada de mayor significado que el habernos librado del yugo español que nos había pisoteado, reduciéndonos a una condición esclavizante.

Momento de profunda reflexión cívica es el advenimiento de una fecha de intenso y patriótico significado, dado por la celebración de los 200 años de independencia de nuestra nación.

Nada de mayor significado que el habernos librado del yugo español que nos había pisoteado, reduciéndonos a una condición esclavizante, caracterizada por la pérdida de las más elementales libertades del ser humano frente a la vida y a sus derechos esenciales como eje central de la creación.

El conocer o recordar tan importantes hechos históricos, nos ayuda a distinguir entre debilidades y fortalezas, con el propósito de orientar la brújula de nuestro destino hacia rumbos seguros y productivos que nos permitan desarrollar con nuestras capacidades, un Estado integralmente fortalecido que nos enrumbe hacia un sólido futuro.

Sin embargo, esa campaña libertaria no fue del todo límpida como la hubiéramos deseado, pues en ella ocurrieron enfrentamientos intestinos, brotes conspirativos, intentos de asesinato, hechos a los que se enfrentó Bolívar con un toque disfuncional y egoísta.

En estos años de vida republicana no hemos sabido aprovechar las lecciones de la historia al no habernos dedicado a construir un verdadero Estado, donde imperen la libertad, la seguridad, la creatividad política sana y orientadora, los principios básicos del convivir entre seres humanos, la cultura, el respeto entre todos y hacia todos, la promoción y desarrollo creciente de los beneficios sociales, el culto a nuestras tradiciones, es decir la construcción de un ambiente altamente positivo y pacífico que nos permita vivir cada vez mejor.

La reestructuración de la nación es una tarea cuesta arriba que debe comenzar con fortalecer a la familia como elemento formador fundamental, implementar una escolaridad sana, reflexiva y lógica, que en sus diversos pénsums se oriente hacia la tecnología del progreso y desarrollo, un culto acendrado hacia la moral para una verdadera erradicación de la corrupción y deshonestidad, y una sólida formación cívica que garantice la seguridad ciudadana.

Y sigo andando…