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Perdón, Carolina Astudillo

Avatar del Lourdes Luque

"Cuando no quiso forjar pruebas contra Pareja, prefirió la cárcel. Ella fue sentenciada a 17 años de prisión por un delito que nunca cometió"

Personas muy queridas me trajeron a análisis el caso de Carolina Astudillo. Mientras lo revisaba desde la única perspectiva que puedo opinar, que es la humana, vinieron a mi memoria varias columnas de opinión escritas por amigos muy respetados, como el Dr. Jorge Alvear, el Dr. Hernán Pérez y el Ec. Pancho Swett, quienes inextenso han analizado el caso de Charlie Pareja y desmenuzado la serie de errores catastróficos cometidos en ese proceso. Ellos llegan a la conclusión de que la justicia ecuatoriana, en vez de sancionar la corrupción, rompe la cuerda con los más débiles, no importando que en su paso rampante haya destruido hogares, reputación y lo que es peor, se convierta en uno de los sistemas menos creíbles, en el que ni los mismos ecuatorianos confiarían si tuviesen que tocar la puerta de los tribunales. Entonces es cuando el ciudadano común, se pregunta: ¿para qué mismo está la función Judicial?

Carolina hoy vive acogida por la gran hermana nación de Estados Unidos, tiene cinco años menos que yo. También cristiana hasta la médula, con un estable hogar basado en la fe, con 3 hijos. Por esta cacería política, todo su mundo fue disperso.

Durante 40 años ejerció como secretaria de Charlie, ganándose paso a paso el respeto de su superior, asimismo generando la confianza de la familia, para quien ella estuvo presta para solucionar hasta los problemas más minúsculos. Cuando no quiso forjar pruebas contra Pareja, prefirió la cárcel. Ella fue sentenciada a 17 años de prisión por un delito que nunca cometió. Fue capturada y encarcelada, ni siquiera se le permitieron los controles médicos de un melanoma que requería supervisión permanente. Hoy la Fiscalía tiene en sus manos nuevamente el caso, ojalá sea para enderezar esta injusticia.

A nombre de la gente de buena fe, le pido perdón Carolina, usted es la consecuencia de nuestro silencio.

“La excelencia moral es resultado del hábito. Nos volvemos justos realizando actos de justicia; templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de valentía”. (Aristóteles).