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El matrimonio

Avatar del Lourdes Luque

Propongo que busquemos un candidato a la presidencia y una lista de asambleístas que realmente promueva nuestros valores de familia

Este fin de semana nos tocó disfrutar de un maravilloso matrimonio. La comparación personal no se hizo esperar. ¡Cuántos detalles para ese día!; flores, dulces, música, diversión. ¡Cuántos sueños se ponen en ese instante! ¡Cuántas reflexiones sobre cómo será esta aventura llamada matrimonio en la cual durante milenios de años las parejas han puesto sus esperanzas!

Dicen que los primeros ocurrieron en Mesopotamia, alrededor del año 2350 a. C.

La Biblia tiene un compendio interesante de estas ceremonias y hasta el primer milagro de Jesús luego de su bautizo a manos de san Juan Bautista fue justamente en las bodas de Caná.

Lo cierto es que sigue siendo el núcleo más importante de la sociedad, pues la mayoría de los matrimonios son para formar una familia. Por eso debemos alegrarnos cuando una pareja decide dar ese gran paso de dedicarse mutuamente a respetarse y responderse sobre esa decisión diaria de una vida juntos.

Y miren lo que es la modernidad, todas las flechas apuntan más bien a destruir esa estructura fundamental para la sociedad. La ideología de género, la promoción del aborto, el divorcio fácil, el individualismo a ultranza, pedofilia al alcance de niños y monstruos, violencia familiar, droga, narcotráfico, secuestros; en resumen, el reino de la perversión. Todos son dardos que nos apuntan a diario. Y por eso debemos estar alertas.

Hay que defender al matrimonio y a la familia como la última Coca-Cola del desierto.

Se preguntarán, ¿por qué el tema en momentos de elecciones? Pues bien. La respuesta es que propongo que busquemos un candidato a la presidencia y una lista de asambleístas que realmente promueva nuestros valores de familia.

Sabemos lo que queremos como sociedad. ¿Por qué no somos capaces de actuar consecuentemente?

Analicemos en detalle cuáles son nuestros principios y elijamos solo a aquellos que los pueden respetar.

Suficiente con luchas para sobrevivir al fenómeno de El Niño y a la crisis que traerá la respuesta a la consulta del Yasuní, para también estar preocupados por el descalabro moral.