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Made in China

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"Llegaremos al límite económico nuevamente, donde el nuevo gobierno tendrá que arrodillarse ante el coloso para poder pagar sueldos, préstamos y otras necesidades"

El caso Sri Lanka es uno de los tantos casos donde la corrupción y la pobreza llevan a que los gobiernos entreguen sus recursos naturales, transporte y comunicaciones al gigante asiático. Nosotros estamos incluidos en ese paquete disfrazado de oportunidades, donde la palabra inversión y préstamos les abre los ojos a los políticos de turno, quienes por beneficiarse de un “lobbying” ponen en jaque a todo un país. Este caso es interesante porque China no solo les prestó para construir el puerto de Hambantota, sino que terminaron entregándole el puerto por 99 años. Comparan este caso con la construcción de nuestra represa hidroeléctrica en la provincia de Napo, Coca Codo Sinclair.

Otro puerto estratégico por su ubicación es el de Trieste, siendo el único puerto dentro del mar Adriático. Son nueve los corredores transeuropeos y su interés por concesionarlos. China tiene un plan, no solo el de quedarse al final con todos los recursos naturales y crear nuevas ciudades para su población de 1.400’500.000 en el 2019, sino el lograr ser el centro del mundo como su nombre lo describe: nación del mundo.

Los países desarrollados, como Canadá, ante la pandemia han dirigido más de 1,5 billones de dólares para reentrenar a su población en otras carreras, porque miles de empresas y personas naturales se han declarado en bancarrota, como es el caso de muchos países, especialmente en este segundo rebrote.

China, a diferencia del mundo, este año crecerá un 3 % y en el 2021 un 8 %. Las exportaciones de mascarillas crecieron en un 3.400 %, equipos médicos un 70 % y su PIB un 4,9 %, faltando todavía la venta de la vacuna.

Mientras ellos crecen nosotros solo sobrevivimos. Llegaremos al límite económico nuevamente, donde el nuevo gobierno tendrá que arrodillarse ante el coloso para poder pagar sueldos, préstamos y otras necesidades. Pero siempre habrá dinero para volver a comprar, volver a promocionar, volver a viajar, volver a negociar y así estaremos en un círculo vicioso, en el que un país sigue eligiendo nuevas figuras cargadas de cuotas políticas y corrupción.