Dejando huellas

"El 15 de noviembre de 1922 nos marcó como ciudad y esa fecha es parte de nuestra historia. Recordar para que no vuelva a suceder"
El concreto fundido… taparon las huellas… solo flores blancas… es nuestra memoria.
El 15 de noviembre de cada año aparecen en el ancho río Guayas las cruces del recuerdo, una fecha con una historia trágica donde más de 500 ciudadanos murieron.
El enfrentamiento empezó como una manifestación pacífica, pidiendo cambios urgentes. El Ecuador en 1920 sufría una grave crisis por la caída del precio del cacao, única exportación que sostenía la economía del país. El 13 de noviembre, Guayaquil quedó a oscuras, los reflectores de los buques alumbraban el río Guayas. Los obreros ferroviarios, los trabajadores de las plantas eléctrica de gas, fábricas, piladoras, cervecería... No eran pocos, hombres y mujeres, todos pedían mejoras en su condición de vida. Esta desesperación desembocó en una huelga general y el 14 de noviembre de 1922, el presidente José Luis Tamayo ordenó el envío del Ejército.
Su disposición fue que la calma regresara, no importaba cómo. Los huelguistas obtuvieron la liberación de algunos de sus compañeros y caminando al cuartel de la Policía, los gendarmes abrieron fuego y el enfrentamiento se salió de control.
Lo que inicialmente era una protesta se transformó en una rebelión. “Fueron órdenes de arriba”, gritaban los soldados, quedando sus manos manchadas de sangre.
Los muertos no pudieron ser enterrados por sus familiares, no los dejaron. Los cadáveres fueron enterrados en fosas comunes y otros lanzados al río. Años más tarde, aparecieron cruces de madera flotando en el río Guayas, símbolo de piedad, solidaridad y de remembranza.
Debajo del concreto quedaron las huellas de los caídos, los salvados, los arrumados, los desconsolados y ahora paseamos por los mismos espacios donde los ciudadanos gritaban con su voz luchadora, y donde el soldado mataba con arrepentimiento.
El 15 de noviembre de 1922 nos marcó como ciudad y esa fecha es parte de nuestra historia. Recordar para que no vuelva a suceder.