Premium

La situación política de Latinoamérica

Avatar del Juan Faidutti

Veintisiete países de Europa Occidental, tras la Segunda Guerra Mundial decidieron colaborar en la producción de acero y carbón. Luego, por el éxito obtenido, se fue formando la Unión Europea: Estados con diversos idiomas, costumbres, religiones, sistemas de gobiernos, con el deseo de mantener el sistema de gobierno democrático, la libre empresa y su total cooperación, respetando las leyes internas de cada uno de los países, pero dictando normas de cooperación entre sí. Es buen ejemplo que podría servir como modelo a los latinoamericanos. Sin embargo, hasta el momento se han organizado varias instituciones de cooperación entre nuestros Estados; ninguna ha dado resultado. Empecemos por Cuba, con una economía totalmente deteriorada, manejada por una nomenclatura igual a la de la fracasada Unión Soviética, pero con un pueblo desnutrido y enfermo, sin fuerzas para protestar o rebelarse. Venezuela, uno de los países más ricos que tuvo América, con la mayor reserva de petróleo del mundo, no tiene ni gasolina para sus ambulancias, y recurre a China, Rusia e Irán para vender lo que le queda de combustibles; devalúa su moneda para salvarse del dólar, la moneda que realmente circula. Ahora reclama que se ha violado el derecho diplomático, pues su embajador ante la Unión Africana fue entregado a EE. UU., que lo reclamaba por ser uno de los mayores capos de la mafia narcotraficante. Nicaragua, manejada ya por muchos años por unos esposos que al tener que convocar a elecciones en noviembre, se han dedicado a apresar a los políticos que se atreven a anunciarse como candidatos. Súmese la pandemia, el hambre y la extrema pobreza en que viven.

La población de Honduras y Guatemala forma grupos para llegar a México, explotados por coyoteros al tratar de ingresar a EE. UU. en busca de mejores condiciones de vida, huyendo de las maras y otros delincuentes bien organizados que roban y asesinan sin ser controlados por las autoridades de sus países. En Colombia, su expresidente Santos cedió para reconocer a los guerrilleros y colocarlos en posiciones que jamás hubieran conseguido electoralmente, con grave peligro de que en la próxima elección la extrema izquierda tome el poder. En Perú gobierna un profesor extremista sin preparación adecuada para dirigir el gobierno. Chile, país modelo y progresista, hoy trata de cambiar una Constitución que permitió gobernar a gobiernos de izquierda, centro y derecha que se turnaron en el poder después de Pinochet. Y Argentina, hoy desorientada, sin saber qué camino tomar, con muchas posibilidades de ser otra Venezuela. ¿Qué maldición nos persigue que no podernos colaborar para sacar adelante esta parte de América que puede ser modelo de progreso y democracia? Juntos tenemos todo.