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Putin quiere restaurar el Imperio ruso

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El 25 de diciembre de 1991, Mikhail Gorbachov, líder de la Unión Soviética, renunció a su cargo y entregó el poder a Boris Yeltsin, el recién nombrado presidente de la Federación de Rusia. Al día siguiente el Soviet Supremo reconoció la independencia de las repúblicas soviéticas y disolvió formalmente la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), dejando a la recién creada federación sumida en una crisis de identidad.

Rusia ha sido un imperio, pero nunca un Estado nación. Crear una identidad nacional está resultando un proceso muy complejo por ser un país multiétnico, multinacional, con grandes tradiciones y un muy marcado pasado imperial.

Tras la caída de la URSS, Estados Unidos y sus aliados de Occidente dejaron de tratar a Rusia como una gran potencia. La manifestación más importante de esta degradación fue la expansión de la OTAN en Europa del Este, región que se consideraba de influencia de Moscú. Luego de la renuncia de Yeltsin en 1999, Vladímir Putin (69 años) se convirtió en presidente interino y menos de cuatro meses después fue elegido presidente de Rusia, convirtiéndose en el mandatario con más años de servicio en el Kremlin desde el líder soviético Stalin.

Una controvertida votación nacional sobre reformas constitucionales en abril de 2021 le dio la oportunidad de permanecer en el poder más allá de su actual cuarto mandato, que finaliza en 2024. Así Putin podría permanecer en el Kremlin hasta 2036.

Es el país más grande del mundo, con más de 17 millones de km²; el segundo productor de petróleo, con 10,27 millones de barriles diarios; además de tener el segundo arsenal nuclear más grande del planeta, con 6.375 ojivas (después de EE. UU.). Su gasto en defensa es el cuarto más alto del mundo, con incrementos sostenidos en los últimos años: $ 66.840 millones en 2020. Es miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU (uno de cinco) con poder de veto.

Rusia percibe a la OTAN como la mayor amenaza a su seguridad nacional y no quiere tenerla en sus propias fronteras.

Putin ha fortalecido vínculos en regiones estratégicas para la URSS, como América Latina. Todas las representaciones a nivel diplomático y en instituciones internacionales que ejercía la URSS, hoy las ejerce Rusia. Pero los éxitos diplomáticos, militares y estratégicos de Putin no han disfrazado las debilidades internas fundamentales de Rusia: economía excesivamente dependiente de exportaciones de energía (undécima economía del mundo por PIB), extensa corrupción, infraestructura y provisión social deficientes, y creciente descontento político y social.

¿Podrá Putin convertir a Rusia, junto a China y Estados Unidos, en potencia mundial?