El movimiento socialista en EE. UU.

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De no obtener la votación requerida en el Congreso por los demócratas para destituir a Trump, su reelección está casi asegurada.

Recordemos que una de las expresiones tan de moda en la política internacional es calificar a los gobiernos de los Estados en izquierdistas o derechistas, tendencias ideológicas que nacieron en la Revolución Francesa, cuando en el Parlamento los políticos más radicales se colocaban del lado izquierdo y los más moderados en el lado derecho.

Cambios que se presentan. Si analizamos los resultados electorales de estos últimos tiempos en América Latina, vamos a encontrar que aquellos que se califican de izquierda han retrocedido, sin que pueda calificarse de derechistas a los triunfadores. Las leyes sociales están tan avanzadas que ningún Estado, sea de izquierda o de derecha, se atreve a dar marcha atrás. Ahora tendríamos que decir que unos están por la libre empresa y otros por el estatismo, por supuesto sin cumplir plenamente sus objetivos y solo lo hacen a medias. Qué mejor ejemplo que China, cuyo gobierno se califica como comunista pero la libre empresa desarrollada en zonas predeterminadas ha permitido que se convierta en la segunda potencia económica del mundo.

Mas, vamos al grano: en Estados Unidos, desde que logró su independencia, se formaron dos grandes partidos: el Demócrata y el Republicano, los cuales con sus sistemas de primarias fueron seleccionando sus mejores hombres para competir en las elecciones presidenciales. En las últimas, el ganador, Donald Trump, rompió todos los moldes que hasta ese momento usaban los candidatos y se hizo con el poder contra el ‘establishment’ y una furiosa campaña de prensa contraria.

En la actualidad, sobre todo el partido Demócrata, que quiere rescatar el poder, ha empezado a escoger a sus posibles candidatos. Por lo pronto van 7 u 8 que aspiran a ganar las primarias. Pero he aquí que entre los representantes del partido ha surgido una figura que está dando mucho de qué hablar, tanto a favor como en contra: se trata de la más joven del Parlamento, Alexandria Ocasio-Cortez, hija de puertorriqueño nacida en Nueva York. Ella se declara socialista, pero socialista tipo Suecia o Dinamarca. También suenan dos musulmanas: Ilhan Omar y Rashida Tlaib, quienes están en contra de los asentamientos de EE. UU. en lo que queda de Palestina, y por el reconocimiento al Estado palestino.

Las críticas a Ocasio-Cortez por impulsar un socialismo tipo Suecia o Dinamarca, consideran que no es del todo acertada. Si bien estos dos países, así como varios otros de la Unión Europea, han logrado un avance social importante, no pueden calificarse como socialistas.

En estos países hay salud gratuita, así como la total educación, incluyendo escuelas, colegios y universidades, y una buena jubilación, con el pequeño detalles de que los impuestos son muy elevados, superiores a los que paga un norteamericano. Cuando el primer ministro sueco visitó EE. UU., declaró enfáticamente que Suecia no era un país socialista. La libre empresa se impone.

El arma de los demócratas. Quizás una de las últimas armas que les quedan a los demócratas para rescatar el poder es la tramitación en el Congreso del ‘impeachment’, es decir lograr la destitución de Trump por las acusaciones que le hace la Cámara de Representantes. Los republicanos critican a los demócratas por un “intento partidista” de destituir al presidente.

La Cámara de Representantes de EE. UU. aprobó una resolución que formaliza el proceso para iniciar el ‘impeachment’ por el caso Ucraniagate, en el que Trump presionó al presidente de Ucrania para investigar a uno de sus rivales demócratas en las presidenciales de 2020, Joe Biden, y a su hijo. El partido Demócrata, que inició el proceso en septiembre, ha sacado adelante la votación por 232 votos a favor y 196 en contra, entre los que se incluyen dos demócratas de circunscripciones en las que el presidente ganó en 2016. 

el lado Republicano. Trump considera casi segura su nominación como candidato a las primarias del partido Republicano, solo se ha presentado otro candidato casi desconocido. Mientras tanto, su política, que ha sido calificada como nacionalista, busca conseguir los mayores beneficios económicos para el país. Las encuestas dicen que el desempleo ha bajado a un 3 %.

Para el Día de Acción de Gracias, de improviso tomó junto con la primera dama un avión que lo condujo a Afganistán, donde son muy numerosas las tropas norteamericanas. En este viaje sorpresivo quiso pasar ese día con su gente, comiendo el tradicional pavo. Aprovechó para hablar con el presidente de Pakistán sobre el enfrentamiento con los talibanes. Incluso deseó concertar una cita con ellos pero, hasta el momento, los talibanes se han negado.

Conclusión. De no obtener la votación requerida en el Congreso por los demócratas para destituir a Trump, su reelección está casi asegurada. Con su política nacionalista por la imposición de aranceles a amigos y enemigos, y el manejo de la política internacional que vuelve a colocar a EE. UU. como la primera potencia mundial, un poco disminuida en el gobierno de Obama, logrará seguir en el poder.