El futuro de Latinoamérica

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Lo que lo que más necesitamos es que nuevas inversiones vengan del extranjero.

El periodista y escritor Andrés Oppenheimer en su libro Cuentos chinos, publicado en 2005, comentó dos estudios de procedencia muy diferente, uno de la CIA y otro del socialista Linkohor, experto en América Latina del Parlamento Europeo. Ambos contradecían la visión de la mayoría de los gobiernos de América Latina, que creían que la región gozaba de una recuperación económica y se encaminaba a un futuro mejor. Los dos estudios llegaban a la misma conclusión: nuestra región se ha vuelto irrelevante y de seguir así será cada vez peor.

Para Linkohor, la participación de la región en el comercio y economía mundial es pequeña y decreciente, mientras que las economías de Asia crecen. La CNI considera que EE. UU. seguirá siendo el país más poderoso, pero que China será la segunda potencia mundial seguida de cerca por India y Europa. El islam continuará creciendo y en Asia podría surgir un modelo chino de democracia que permita elecciones libres para funcionarios locales, pero que un partido único mantenga el control sobre el gobierno central.

Estos vaticinios no contaron con la aparición de la COVID-19, y hasta que las vacunas no demuestren total efectividad, no se podrá predecir cuáles serán las regiones más afectadas.

El sistema chino

Pese a las acusaciones a China por la diseminación del virus, el país, tras haber conquistado a grandes empresas con su mano de obra barata y su poder de copiarlo todo, ha ido mejorando cada vez más la calidad de sus productos. Ya domina el mercado asiático y africano y se ha acercado a Europa, acordando negocios que golpearán al comercio de EE. UU. si el presidente Biden no rompe las barreras que construyó Trump.

A quienes han visitado últimamente España, les habrá sorprendido que en las afueras de Madrid exista una ciudadela china, manejada por chinos y con técnicos y trabajadores chinos, desde donde se vende toda clase de productos para el resto de Europa, lo que se irá multiplicando en otras regiones.

Mientras tanto, Latinoamérica, con su débil sistema democrático, no avanza mayormente y en el ámbito comercial se acercan más a los asiáticos. Ya Panamá es un punto conquistado por los chinos y aunque no quiera ser calificado como paraíso fiscal, lo es, con gran cantidad de bancos extranjeros que lo han convertido en un Estado con una gran fuerza económica. Se dio el lujo de ampliar el canal y manejarlo exitosamente, cortando el deseo de un inversionista chino de construir otro canal en Nicaragua.

Las naciones latinoamericanas deben dejar a un lado los nacionalismos inútiles, las trabas aduaneras y abrir negocios y bancos. Lo que lo que más necesitamos es que nuevas inversiones vengan del extranjero.