Premium

El desafío de la bondad

Avatar del Juan Carlos Holguín

Pero todo puede desaparecer, al igual que el jarrón, en menos de un segundo

En la ceremonia de graduación de la Universidad San Francisco de Quito en febrero del año 2018, su entonces canciller, Santiago Gangotena, contó una historia para explicar a los presentes los principios con los que, junto a Carlos Montúfar, fundaron aquel innovador proyecto educativo.

Entre las sonrisas de quienes recreaban en sus mentes esta cotidianidad, Santiago, como pedía que le llamen sus alumnos, describió que un día oyó a su mamá gritar con disgusto: “¿quién botó el jarrón?”. Y que la respuesta de uno de ellos fue: ¡no sé, se cayó! “¡Como si solito el jarrón se dejó caer al suelo rompiéndose en mil pedazos!”.

Este recuerdo le hizo pensar en la energía que se puso en la producción del jarrón: la creatividad, la arena traída de sitios lejanos, su lugar de exhibición, su empaque, entre otros elementos. Todo esto para que, al fin, alguien como su madre se enamore del jarrón, pague con dinero producido en otra fábrica, y finalmente, tome un carro que la lleve, junto al jarrón, a casa.

Sin embargo, toda esa creatividad, tiempo y esfuerzo de tantas personas plasmados en el jarrón, llegaron a su fin en menos de un segundo, con su caída. Y este es el desafío, explicaba, para que los seres humanos aprendamos de esta historia.

Los individuos, decía Santiago, somos como aquel jarrón: además de únicos, somos el resultado de los esfuerzos, de la creatividad, y del tiempo de quienes nos crearon y moldearon. Pero todo puede desaparecer, al igual que el jarrón, en menos de un segundo.

“Los poderosos pueden hacer que esa creatividad, tiempo y esfuerzo sean inconsecuentes, si nos quitan la libertad”. Pero sobre todo si destruyen algo más importante que está involucrado en la creación de los seres humanos y del jarrón: el sentido de la bondad. “Es extraño que los seres humanos tengamos aversión a la bondad y sea tan fácil la maldad”, concluyó.

El pasado día viernes, Santiago Gangotena partió de este mundo y hoy, más que nunca, ese anhelo de bondad representa un gran desafío para nuestra sociedad. En una entrevista con Gabriela Falconí, ante la pregunta directa de cuál es su legado, él explicó que quisiera dejar alumnos bondadosos, críticos y humildes.

Durante las últimas horas constatamos tristes que la maldad aflora en una sociedad donde hay quienes incluso se han mofado de la partida de un ser humano. Como decía alguien: alegrarse del fallecimiento de otro no es delito, pero muestra más la mezquindad, bajeza moral y estulticia de quienes se mofan, que su supuesta ideología.

La bondad es una tendencia natural de hacer el bien y cuando se es bondadoso se construye el bien común. Siendo bondadoso se evita el dolor, la angustia, la desesperanza, e incluso esa misma mezquindad.

Ante el cuestionamiento de qué nos pasa como sociedad, en un país donde el odio, la violencia, la venganza o el canibalismo político parecen haber ganado la batalla, la bondad es la única respuesta.

Que esta historia del jarrón simbolice la consecución de un gran desafío como sociedad: ser personas bondadosas, con apego a la verdad. Solo así, en libertad, lograremos construir el bien común y evitaremos que los autócratas quieran destruir la bondad y la paz en pocos segundos.