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Juan Carlos Holguín | Petro, sol y Manta

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Y por eso la estancia del presidente Petro durante tres días en Manta exige respuestas de la Cancillería colombiana

Es delicado como excanciller de la República del Ecuador dar una opinión sobre un presidente en funciones de un país vecino. Sin embargo, siendo un tema de especial interés para nuestro país, sin dar un juicio de valor sobre el gobernante colombiano, considero menester opinar sobre la actual coyuntura del presidente Petro.

Hace pocas semanas, una carta de su excanciller, Álvaro Leyva, aseguraba que el presidente en funciones de Colombia, Gustavo Petro, tiene un problema de adicción, con todos los efectos que aquello conlleva. Más allá de tratarse de un problema de índole personal, siendo presidente de una república, el efecto que esto podría tener es de carácter público.

Hay que poner en contexto: durante toda su carrera política, posterior a su pasado como miembro de ciertas guerrillas urbanas, Petro siempre ha mantenido la opinión de que es necesaria una legalización de las drogas.

De hecho, en el año 2022, ante la ONU, Petro fue tajante en mencionar que “la guerra contra las drogas ha fracasado”. Pero lo único evidente es que es su “una nueva política nacional contra las drogas”, supuestamente programada para 10 años, la que ha fracasado hasta ahora.

Y es que solo en 2024, según el último Informe mundial sobre drogas 2025, efectuado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, el mercado de la cocaína en Colombia volvió a alcanzar niveles récord. Colombia, el principal productor de cocaína, registró 253.000 hectáreas de cultivo de hoja de coca. Esto es casi 10 veces más, de lo que existía hace apenas diez años.

Por ello, lo que sucede en Colombia tiene afectación directa en Ecuador. En los años de ejecución del Plan Colombia, el expresidente Correa dispuso la salida de la Base de Manta, que era parte del plan antidrogas de la cooperación entre Ecuador y Estados Unidos. Paralelamente prohibió la extradición de ciudadanos ecuatorianos y dio ingreso libre a cualquier extranjero, bajo el membrete de una ‘ciudadanía universal’. Tras el ataque de Angostura en 2008 donde falleció Raúl Reyes, líder de las FARC, se denunció la vinculación de este grupo con la política.

Hablando desde la política, Manta no fue solamente una base. Es un símbolo. Y por eso la estancia del presidente Petro durante tres días allí exige respuestas de la Cancillería colombiana. El día de ayer, EXPRESO publicó que Colombia confirmó haber recibido una carta de alias Fito concerniente a un pedido sobre una posible ayuda con Ecuador.

Otros medios y políticos colombianos también exigen información sobre una posible vinculación de ese viaje con el atentado del candidato presidencial colombiano, Miguel Uribe, ejecutado pocos días después de esa estancia en nuestro país.

La región muestra una metástasis en la operación de estructuras criminales. Con un gobierno mexicano de Sheinbaum permisivo con la operación de carteles; una narcodictadura como la de Maduro; y un presidente de un vecino país que considera al whisky peor que la cocaína, nuestro gobierno debe continuar liderando la cero tolerancia con quienes estén vinculados a estas operaciones. Entonces, ¿Petro se quedó a disfrutar el sol de Manta? Pronto lo sabremos.