Premium

Juan Carlos Holguín: Un metro no para la vanidad, sino para la calidad

Avatar del Juan Carlos Holguín

Con esta nueva obra, tenemos una gran oportunidad de volver a tener un centro histórico vivo y una planificación urbana

Es motivo de felicitación el inicio de operaciones del Metro de Quito. Más allá del intento de politizar su inauguración por parte de la autodenominada Revolución Ciudadana, haberlo hecho con un buen trabajo de planificación y gerencia por parte de la administración del alcalde Pabel Muñoz, merece un reconocimiento, pues fue un acto responsable. Es que no se podía iniciar una operación al apuro.

En la mayoría de casos, cada uno de los últimos alcaldes quisieron que se vea como una obra suya: construyeron estaciones para inaugurarlas antes de hacer el túnel; pusieron a mover el material rodante sin terminar la obra; hicieron paseos gratuitos sin tener el sistema de recaudo terminado. Cuando la vanidad es más grande que la voluntad, ninguna obra sale bien.

El comunicado circulado por el movimiento RC5 es reprochable. Las obras no son de los políticos, sino de los ciudadanos. Recordemos que el proyecto del Metro de Quito se inició con un decreto ejecutivo del expresidente Correa y se lo definió como proyecto estratégico nacional. Fue lo correcto, pues siendo Quito la capital del Ecuador es donde están la mayoría de instituciones públicas del Estado, cuyo personal utiliza medios de transporte público.

Al haber un cambio político en la administración de la ciudad en el año 2014, desde Carondelet se intentó boicotear el proyecto, cambiando las condiciones de financiamiento. “Si no lo hacemos nosotros, nada”, era la lógica de aquel mandante de turno.

El metro de Quito es una realidad y es la oportunidad de revitalizar una ciudad descuidada desde hace más de una década. Hace 20 años, Quito fue la primera ciudad en América Latina en tener corredores exclusivos y ecológicos, siendo un referente en movilidad sostenible. Actualmente, en esos corredores ¡circulan buses a diésel!

Con esta nueva obra tenemos una gran oportunidad de volver a tener un centro histórico vivo y una planificación urbana derivada del trayecto de este sistema. Y sobre todo, un sistema de transporte público de calidad.

Aunque el metro por sí solo no es una solución para la movilidad de la ciudad, es el gran primer paso. No tenemos una política de movilidad ni un plan maestro actualizado. Es por eso que el transporte público es caótico e incontrolable. Es necesario entonces que el sistema integrado de transporte y el sistema de recaudo se hagan realidad.

El metro nos permite pensar en una ciudad para que el peatón tenga acceso a transporte público eléctrico y de calidad. Que los más de dos millones de personas que dependen del transporte público mejoren su calidad de vida. La gran inversión del metro debe llegar con el mejoramiento de veredas que permitan a estos peatones moverse con facilidad por la ciudad, incluyendo estándares de accesibilidad universal, con soterramiento de cables y arborización.

La movilidad en Quito no se ha pensado a largo plazo. Hay que pensar en la ciudad de nuestros hijos y nuestros nietos. Una ciudad que se proyecte al futuro y vuelva a ser referente regional de transporte público.

El renacer de Quito no debe ser el eslogan de una alcaldía determinada, sino un compromiso de los ciudadanos para tener una capital que retome el liderazgo en sus políticas públicas.