Juan Carlos Holguín | Estructuras criminales y democracia

No podemos preocuparnos de la droga, de terroristas, del tráfico de personas,si no nos preocupamos antes de la minería ilegal
Una de las amenazas más grandes para la democracia es la operación de las estructuras criminales. La economía dependiente de las actividades irregulares como el tráfico de drogas, el tráfico de personas, la minería ilegal, el tráfico de especies, las apuestas, entre otras, es tan grande que sus intereses se extienden a casi todos los estamentos del Estado.
Pocos recuerdan que en julio de 2019 se llevó a cabo uno de los operativos más importantes de la historia del país contra estas estructuras. La entonces ministra del Interior, María Paula Romo, lideró personalmente esta acción: un operativo de seis días, antiminería ilegal en la parroquia La Merced de Buenos Aires, en Imbabura.
En esa ocasión la Policía Nacional logró el control territorial de la zona; también la salida voluntaria de más de unas cinco mil personas que vivían de la operación; se detuvo a algunos ciudadanos chinos que lideraban la estructura ilegal; e incluso se decomisó material minero en la hostería del exfutbolista Agustín Delgado.
A las pocas semanas, Leonidas Iza inició sus actos terroristas de octubre y disparó contra la ministra Romo.
Al poco tiempo, con la salida de la ministra Romo a través de un juicio político que, se ha demostrado, estuvo azuzado por las estructuras criminales, aquellos operadores ilegales de la minería ganaron una batalla y volvieron a la carga, con más fuerza que nunca.
Hace pocos días el país atestiguó el brutal ataque por parte de grupos irregulares a 11 militares, tras una emboscada en Alto Punino, provincia de Orellana. Esta fue una muestra del grado de operación de las estructuras criminales en la minería ilegal.
No podemos preocuparnos de la droga, de los terroristas, del tráfico de personas, si no nos preocupamos primero de la minería ilegal. Está en todas partes y es ahí donde se lava la mayor cantidad de dinero.
Es en la minería ilegal donde los grupos narcocriminales convencen a las familias de la comunidad de darles un crédito para migrar y aparece el coyoterismo. Es ahí donde estamos destruyendo el ecosistema de nuestro país.
Hoy el mundo enfrenta unas guerras híbridas que son un tipo de agresión en que se utilizan todo tipo de medios y procedimientos, fuerza convencional, no convencional o medios irregulares con el objeto de debilitar y socavar la resistencia del adversario, erosionar su poder, potencia y voluntad, y que tiene la ventaja de que el agresor puede evitar que le atribuyan el ataque.
Con los casos Metástasis y Purga se mostró la injerencia del narcotráfico y otras estructuras criminales en la justicia ecuatoriana.
Además de la justicia, debemos prestar atención a la industria de maquinaria pesada y catastrar a dónde se han ido las ventas de retroexcavadoras y volquetas en los últimos cinco años. Asimismo, se debe analizar inmediatamente la extraña operación de las casas de apuestas en el país.
Bien ha hecho el presidente Noboa en condecorar ‘post mortem’ a los 11 militares asesinados en el Alto Punino. En honor a ellos se debería crear una fuerza especial contra la minería ilegal, y solicitar a Brasil una cooperación de la fiscalía de ese país para que, con su tecnología, se calculen los daños ambientales de la minería ilegal en el Ecuador.