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Juan Carlos Díaz Granados | Miremos de frente

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Hay que dejar de temer al arbitraje internacional. Rechazarlo es como negar la utilidad del celular

En Ecuador solemos evadir los temas de fondo. Aquellos que de verdad importan. Cuando amenazan intereses o tocan el bolsillo, preferimos ignorarlos o patearlos hacia adelante. Pero meter la cabeza en un hueco no es la ruta hacia el desarrollo.

El tamaño del Estado exige una reforma constitucional que permita modernizarlo, facilitar trámites y cesar a los servidores públicos que incumplen, sin que sean una carga perpetua para los contribuyentes.

Es hora de revisar la figura de la jubilación patronal. Creada antes de la existencia del IESS, hoy es insostenible para las personas naturales y jurídicas que emplean. No se cumple, genera obligaciones impagables y provoca la desvinculación de profesionales experimentados. Resultado: más desempleo y menos estabilidad en el entorno laboral. Esta figura debe eliminarse para fortalecer la jubilación de la seguridad social a través de un nuevo modelo, parecido a la reforma impulsada por el Ministerio de Trabajo para la jubilación patronal.

El monopolio del IESS, por su parte, enfrenta un reto estructural: la esperanza de vida crece, pero los fondos no alcanzan. ¿Por qué no abrir el sistema a la libre competencia y permitir modelos mixtos que garanticen cobertura y sostenibilidad?

La rigidez laboral tampoco ayuda al mercado laboral. Los desempleados no aportan al IESS por falta de recursos. El IESS requiere 1,8 millones de aportantes adicionales para sostenerse. Hay que permitir la contratación por horas, los contratos a plazo fijo y el contrato a prueba por ciento ochenta días. Flexibilizar no es precarizar; es generar oportunidades. El empleo es el mejor programa social.

Urge habilitar la inversión privada sin restricciones en sectores clave como el energético. La noción constitucional de “sectores estratégicos” ha servido para blindar monopolios estatales que ya han demostrado su ineficacia y que además no tienen recursos para invertir en mejoras.

Hay que dejar de temer al arbitraje internacional. Rechazarlo es como negar la utilidad del celular: una desconexión absurda del mundo actual.

Ecuador requiere reformas valientes. Discutámoslas sin complejos ni dogmas. Solo así dejaremos de huir del futuro y comenzaremos, de verdad, a construirlo.