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No más irresponsabilidad del CNE

La actitud de la mayoría, cuando se debieron tomar medidas en contra de funcionarios incursos en muchas causas judiciales, fue muy irresponsable.

Si ponemos como ejemplo de la reinstitucionalización del Estado la actuación del Consejo Nacional Electoral, este objetivo, que llegó a constituirse en uno de los pilares de la política del nuevo gobierno frente a la desastrosa gestión del anterior, queda solo como una metáfora. Y es que ese organismo, fundamental soporte para el funcionamiento de una democracia, ha cometido tantos errores que su importancia se ha desdibujado y su legitimidad se ha diluido. 

La actitud de la mayoría que impone su agenda, cuando se debieron tomar medidas en contra de funcionarios incursos en muchas causas judiciales fue muy irresponsable, pese a tener en sus manos documentos procedentes de los dos miembros de la minoría en que se señalaban precisamente esos casos de irregularidad que inculpaban al encargado de muy delicadas funciones en los procesos electorales. Frente a ello se instauró un juicio político en contra de la presidenta del CNE, del que salió bien librada gracias al pronunciamiento de una mayoría de votos en el Legislativo. Sin embargo, hay una opinión creciente de rechazo a la forma como se maneja esta dependencia, y una sostenida desconfianza acerca de su imparcialidad. 

En estas circunstancias cabe advertir un probable comportamiento de esa autoridad, orientado a garantizar su permanencia y a no correr ningún riesgo de ser removida.

Cuidado con el objetivo de mantener esa mayoría, y controlar tan importante ente, se piense en la posibilidad de convocar, de manera adelantada, a las elecciones del 2021. Ello sería un verdadero atentado contra la seguridad democrática del país, dejaría una señal negativa en la conciencia ciudadana, tan necesitada de soportes morales y de respuestas éticas por parte de sus representantes, y generaría una sensación que, para el concierto internacional, revelaría una ostensible debilidad política e institucional en momentos en que los objetivos de apertura requieren referentes de madurez y racionalidad.

Esa conducción del Consejo Nacional Electoral no le hace nada bien al país.