Columnas

El IESS como problema global

De eso depende que lo social se imponga a la lógica de la “ganancia”.

Para los afiliados y jubilados del IESS, así como para gran parte de la colectividad, está claro que las “recomendaciones” del FMI de que se debe desarrollar un mercado de deuda adecuada que permita transferir los activos de ese ente, de los bancos públicos a los bancos privados, y que significa la desaparición del Biess, es contraria a lo establecido en la Constitución de la República. En efecto, y según lo señalan varios analistas del tema como el jurista cuencano Diego Delgado, la Carta Magna sostiene en su artículo 372 que los fondos y reservas del seguro universal obligatorio son propios y distintos a los del fisco, y que ninguna entidad estatal podrá intervenir o disponer de esos recursos ni menoscabar su patrimonio. De modo que, esa “sugerencia” del FMI, para que cobre valor, requeriría de una reforma constitucional. 

Pero más allá de esto, y rebasando el ámbito normativo, cabe preguntarse ¿qué anima a esa entidad crediticia mundial para hacer semejante planteamiento? Y la respuesta no es complicada: si el aporte del 20,6% del total de los salarios o remuneraciones de los afiliados dan un monto de aproximadamente 3.870 millones de dólares al año, resulta obvio que una simple visión financiera de la administración de esos fondos derive en una muy pragmática opinión. El problema, sin embargo, va mucho más allá. Significa que, frente a una atractiva probabilidad de exitosos rendimientos bancarios, lo que corresponde debería ser un transparente y efectivo manejo de los recursos en función de los objetivos, amplios, sociales y humanos del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social. Y ahí si nos topamos con una situación tremendamente crítica: el desatinado manejo global de la entidad. 

Se trata de un escenario de corrupción envolvente, de características conocidas y que debe ser afrontado de inmediato. En esta línea, la administración del Biess en el correato, debe constar también en ese salvataje en que ha entrado la Contraloría.

De eso depende que lo social se imponga a la lógica de la “ganancia”.