José Molina Gallegos | ‘Castratum est’
La castración química como castigo a violadores despierta debate. ¿Tiene Ecuador la madurez jurídica para aplicarla?
Castratum est significa, en latín, ha sido castrado, una expresión que en la historia de la música remite a una práctica brutal: jóvenes cantantes mutilados para conservar sus voces agudas. Hoy, alejados de las óperas y los escenarios, pero siempre dispuestos a cantar el himno del populismo punitivo, nos proponemos traer la castración -esta vez química- como supuesta solución para un país como el nuestro, donde caso a caso quienes transitamos el sistema judicial sabemos lo sui géneris que puede llegar a ser esa quimera llamada ‘justicia’.
Los delitos sexuales son infames, inaceptables. Nadie en su sano juicio puede justificar al agresor. La indignación es natural y el castigo debe ser ejemplar. Pero, ¿es la castración química la respuesta que necesitamos?
A finales de los años 80 leí Psicópatas perversos, obra de Efraín Torres Chávez, que analizaba la mente de criminal de Pedro Alonso López, “el monstruo de los Andes”, violador serial, psicópata. Conocí a López en el expenal García Moreno cuando trabajaba en los consultorios jurídicos de la Universidad Católica. Él sería, sin duda, candidato perfecto para una pena como esta. Pero también conocí historias diferentes: un hombre acusado y condenado falsamente de violar a su hijastra por los celos de su pareja; años después, ella confesó la mentira. Él, ya preso, fue violado brutalmente con un palo de escoba. Lo liberaron, pero el daño ya era irreversible. También recuerdo denuncias falsas por alimentos impagos, terminando en condenas injustas y torturas innombrables.
La pregunta es simple: ¿tenemos la madurez jurídica e institucional para aplicar un castigo tan extremo sin más daño colateral? La respuesta, honestamente, es no. Castigo sí, siempre frente al delito, más aún ante este tipo de infracciones, pero justicia técnica, sin populismos, sin atajos que terminan costándole más al país. ¿Sabemos cuánto costaría al Estado un proceso de castración química? Respuesta: miles de dólares que definitivamente no podemos ni debemos pagar, dinero que de seguro se puede emplear en los buenos, en los jubilados del IESS, o en quienes no tienen dinero para costear una receta médica; no en los otros, los perversos, quienes deben tener una pena ejemplar cuando se haya demostrado procesalmente su culpabilidad. La medida suena bien pero no se han puesto a pensar cómo se la aplicaría. Muy bonito para poner en papel, y nada más…