José Molina Gallegos | ¿Por qué aquí una sentencia tarda tanto en ejecutarse?
...responde a fallas estructurales del sistema judicial, a prácticas institucionales deficientes...
En el Ecuador, obtener una sentencia favorable no siempre significa haber alcanzado justicia. Para muchos ciudadanos el verdadero calvario comienza después del fallo, cuando la ejecución de la sentencia se dilata durante meses o incluso años. Esta demora no es un problema aislado ni casual: responde a fallas estructurales del sistema judicial, a prácticas institucionales deficientes y a una cultura que todavía tolera la ineficiencia, sumado a mecanismos procesales y legales que pueden alargar un proceso hasta casi alcanzar el infinito.
Días atrás conversaba con un dilecto colega y me comentaba el viacrucis en que se encuentra una cliente, ya durante más de quince años, para ejecutar una sentencia favorable por lesión enorme, una figura que en materia civil, especialmente en compraventas de inmuebles, permite rescindir o ajustar un contrato cuando existe un desequilibrio económico manifiesto y desproporcionado entre el valor real de un bien y el precio pactado.
Uno de los principales factores de la dificultad de ejecutar una sentencia es la sobrecarga del sistema judicial. Jueces y secretarios manejan cientos de procesos simultáneos, lo que convierte la ejecución de sentencias en una etapa relegada. El sistema prioriza dictar resoluciones, pero no cuenta con mecanismos eficaces para garantizar que estas se cumplan de manera oportuna. En la práctica, una sentencia puede quedar archivada sin seguimiento real.
A esto se suma la excesiva burocracia. Cada paso en la ejecución requiere oficios, notificaciones, certificaciones y plazos que, lejos de agilizarlos, demoran el proceso. Si una de las partes interpone incidentes, recursos o maniobras dilatorias -muchas veces con fines estratégicos- el sistema no siempre tiene herramientas firmes para sancionar estos abusos.
El caso del distinguido colega que refería al inicio de esta columna, y su cliente Susana Serrano, quien tiene 77 años y padece de cáncer, se repite a diario en el Ecuador. Ejecutar una sentencia no debería ser un favor ni una batalla adicional; es la esencia misma de la justicia. Mientras el Ecuador no reforme seriamente la ejecución de un proceso judicial, seguiremos teniendo fallos que existen en el papel, pero no en la realidad.