¿Taiano es el Alvarado del PSC?

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Viteri y Taiano deberían seguir ese ejemplo. Nebot -al fin y al cabo- es su jefe.

El discurso es tan absurdo, nocivo y reiterativo que obliga a desmenuzarlo. Y obliga porque proviene de Vicente Taiano, portavoz y coordinador de la bancada parlamentaria del Partido Social Cristiano. Partido que, como es natural, tiene vocación de poder y tiene al precandidato a la Presidencia con mayor antigüedad en la escena política y con un peso específico en la historia nacional. Y si proviene de Taiano y su partido se reconoce en ese discurso, cabe inquietarse y preocuparse por la forma como esa agrupación política concibe el debate de ideas y administra las diferencias de opinión en la conversación y en la esfera públicas.

Taiano no parece procesar lo que lee: reacciona. Y lo hace como si estuviera gobernado por automatismos mentales hechos de juicios anticipados y repetitivos que construye alrededor de lemas, estímulos reactivos y faltas de sentido. Lo contrario de lo que debe ser un político, cuyo oficio se ejerce desde las diferencias democráticas. Ningún político, salvo si vive en Cuba u otra dictadura, puede aspirar al halago y, peor, a la unanimidad de criterio. Su tarea está instalada por definición en el territorio de la contradicción, el debate y la polémica.

Taiano tiene 40 años. Y solo eso debería ubicarlo en las corrientes contemporáneas de pensamiento en las cuales se admite la complejidad y la incertidumbre como parte consustancial de la realidad. Pero Taiano no da muestras de pensar, de evaluar contextos, de relacionarse -como es su obligación- con lógicas ajenas. Él parece creer que si él gira alrededor de su líder, el mundo gira alrededor de su partido. Y concluye, como se ve en las rectificaciones que envía a Expreso, que aquellos que no recitan su credo son parcializados, odian a Guayaquil y son plumas de alquiler. Su retahíla es pobre, carece de pruebas y muestra una indigencia argumental solo comparable con la que exhibía Fernando Alvarado; el jefe de la inquisición correísta contra periodistas y medios de comunicación.

Taiano tiene a su favor un hecho: otros miembros de su partido están haciendo lo mismo. Cynthia Viteri, por ejemplo, la emprendió hace meses contra Expreso diciendo que responde a una línea política y que eso condiciona su información y sus posiciones editoriales. El socialcristianismo insinuó algo parecido cuando Roberto Aguilar criticó el llamado modelo exitoso de Jaime Nebot. ¿Alguien puede siquiera imaginar que Aguilar es una pluma negociable? ¿Alguien se atrevería a afirmar, en su sano juicio, que Expreso responde a una línea política partidista? ¿Desde cuándo una opinión -sensata o equivocada; discutible siempre- merece como respuesta comunicados en los cuales figura hasta la Cámara de Comercio de Quito? ¿Acaso el número de signatarios de un documento político blinda, ‘ipso facto’, al PSC de toda crítica? ¿Lo vuelve intocable?

¿Así concibe ese partido la tarea de la prensa? ¿Así piensan sus líderes procesar las opiniones, siempre controversiales, sobre los temas del país? ¿Buscando alabanzas? ¿Pretendiendo desprestigiar a sus críticos con falacias e insultos estilo Taiano? ¿Haciendo cargamontón con cámaras empresariales y actores sociales funcionales a su discurso político?

Jaime Nebot aceptó hace siete semanas debatir, en los hechos, con este columnista en la plataforma 4P. Hubo, a partir de una crítica, extensos textos de ida y de vuelta con tesis y sin insultos sobre impuestos, Ley de Apoyo Humanitario y su modelo de gobierno. Ganó la esfera pública y el debate de ideas. Viteri y Taiano deberían seguir ese ejemplo. Nebot -al fin y al cabo- es su jefe.