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Lasso versión 2022

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En cualquier caso, el presidente enfrentará el 2022 con menos presión golpista, sin fuerza en la Asamblea, con menos popularidad y con un margen político más acotado’.

En apariencia, 2022 bien podría no aportar mayores cambios al escenario político que el país ha visto en estos siete meses de gobierno. Un Ejecutivo frágil en la correlación de fuerzas en la Asamblea y que, en esa medida, no puede vislumbrar con optimismo la aprobación de leyes. En particular, la nueva ley laboral que es necesaria para la atracción de inversión, la firma de algunos acuerdos comerciales y la creación de empleo.

El presidente dijo que 90 % de las cosas que tiene que hacer, las puede hacer sin el concurso de la Asamblea. En ese punto, él depende de sí mismo. A condición de que la sociedad política no intente, como fue el caso este año, botarlo del cargo. Lo ensayó Leonidas Iza, y el correísmo, enancados en el mito de Octubre-2019 y, de nuevo, en el último tramo del año, el correísmo y los radicales de Pachakutik, seguidores de Iza, con los Pandora Papers. Es indudable que Iza volverá a intentarlo desde enero, pues anunció movilizaciones ininterrumpidas. Y es obvio, igualmente, que el correísmo volverá a acompañarlo en su intentona golpista, pero luce evidente que ese escenario ha perdido fuerza.

Lasso puso de su lado algunos factores: el aumento del salario mínimo ayuda a quebrar la alianza explícita que había entre Iza y los sindicalistas jurásicos para calentar las calles. El burdo montaje de correístas y seguidores de Iza en la Comisión de Garantías Constitucionales develó su intención de destituir al presidente a cualquier precio. En ese punto, se quedaron solos en la Asamblea y sin ese as bajo la manga.

La vacunación, que suma 76 % con segunda dosis, disparó la actividad económica y el deseo de volver a cierta normalidad. Es difícil, en ese contexto, que el país se preste a otro conato de desestabilización que es, en el fondo y en la forma, lo que buscan Iza y los correístas. Por todo esto, los golpistas no parecen tener vientos a su favor. Se debe sumar la división que Iza provocó en su propio movimiento al intentar castigar a los asambleístas, incluida la presidenta de la Asamblea, que se han opuesto a obedecerle ciegamente, como es su deseo. Iza fragilizó su propio campo y aumentó, en su contra, el nivel de animadversión de parte de la opinión que ha acompañado tradicionalmente las causas indígenas.

En cualquier caso, el presidente enfrentará el 2022 con menos presión golpista, sin fuerza en la Asamblea, con menos popularidad y con un margen político más acotado. Haber cerrado la posibilidad de decretar la muerte cruzada lo lleva a componer con las fuerzas políticas en un ambiente hostil, agravado por la pugnacidad retórica de la campaña electoral 2023.

Lasso al haber renunciado a jugarse por grandes transformaciones, se obligó a apostar, con mayor aliento, por la reconstrucción económica del país. En los hechos, el presidente siempre ha dado prelación a la economía sobre la política y ahora, que tres cuartos de la población está vacunada, la convicción presidencial parece resumirse en una máxima: la buena salud de la economía dará cuenta de la mala política.

Lasso ha trabajado duro para sumar factores que, a sus ojos, contribuyan al despegue económico. La reforma arancelaria, la reforma tributaria, la reforma para atraer inversiones (que será enviada a la Asamblea en enero), hacen parte del mismo paquete que incluye créditos al 1 % y a 30 años plazo o el aumento de 25 dólares del salario mínimo. Lasso busca reactivación y reparto de cargas. Y que los resultados económicos dejen sin piso a populistas y otros aventureros de la política. ¿Equivocado? Esa es su fórmula; esa es su apuesta. Y ese seguirá siendo, por lo visto, su perfil en 2022.