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Jorge Jalil: Taras ideológicas

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Se ha satanizado porque usualmente los estados abusan de su poder para incumplir términos pactados

En la consulta pasada, el gobierno ganó nueve de once preguntas. El electorado le dio un espaldarazo al presidente en su lucha contra la inseguridad y la corrupción, pero le dijo que no a las preguntas sobre el arbitraje internacional y el trabajo por horas.

Analicemos cada una de estas para que así evidenciemos cómo a mi parecer taras ideológicas, chauvinismo y amarillismo evitaron que el Ecuador reciba una cifra de inversión extranjera directa que nos ayude a fortalecer la dolarización, generar plazas de trabajo y reactivar de forma agresiva la economía ecuatoriana.

En el asunto del arbitraje internacional, se posicionó con éxito la idea de que someter decisiones concernientes a la ejecución, interpretación y terminación de contratos de inversión a tribunales internacionales con un historial de manejo justo de estos conflictos sería renunciar a nuestra preciada soberanía. Para algunos, soberanía es que una justicia tan permeable y frágil como en ocasiones ha demostrado ser la nuestra, decida sobre conflictos que pueden llegar a los miles de millones de dólares.

El arbitraje nació como un método alterno de solución de conflictos orientado a resolver de manera imparcial y con árbitros elegidos de la forma que convienen las partes cualquier tipo de controversia que se genere de una relación contractual. Se ha satanizado porque usualmente los estados abusan de su poder para incumplir términos pactados y obtienen pésimos resultados a la hora de justificar sus acciones ante árbitros preparados.

Por otro lado, las dirigencias sindicales posicionaron que quienes ellos representan se verían afectados por la implementación del contrato por horas, ignorando a millones de personas que afectan dejándolas fuera de la fuerza laboral al limitar la posibilidad de que sean contratados bajo una modalidad nueva.

Que nuestra situación de vida no mejore por las taras ideológicas de lo que el expresidente Correa llamaba “izquierda infantil” no es nuevo ni sucede solo en Ecuador, la tarea es librar la batalla cultural para demostrar que la inversión extranjera directa y la generación de empleo es necesaria para crecer como potencia económica en el mundo.