Jorge Luis Jalil | Que ser valiente no salga tan caro

Es un golpe contra quienes aún creen que se puede cambiar al país desde la ley, no desde la violencia
En una carretera colombiana un joven político pudo haber muerto por pensar diferente. No es un hecho aislado. América Latina y el mundo han visto cómo las palabras envenenadas se traducen en plomo. Fernando Villavicencio fue asesinado en plena campaña presidencial. Donald Trump sobrevivió a un atentado mientras hablaba en un mitin. Es imposible que esto no llegue a doler.
No se trata solo de un intento de silenciar a un senador. Es un golpe contra quienes aún creen que se puede cambiar al país desde la ley, no desde la violencia. Miguel Uribe perdió a su madre siendo niño. Fue criado entre los escombros que deja la política cuando se vuelve guerra. Y aún así eligió involucrarse.
Pero, ¿qué esperanza tenemos de que otros jóvenes como él sigan ese camino si el costo es una bala? La democracia se rompe cuando el miedo silencia al valiente. No dejemos que el crimen decida quién habla y quién se calla. Eso es perderlo todo.
Parte de la responsabilidad recae en una pseudoizquierda radicalizada que juega con fuego. Cuando Gustavo Petro, como presidente, afirma que “los empresarios son los que más roban en este país” o compara a la oposición con “neonazis modernos”, no está debatiendo, está señalando. Cuando voceros del chavismo acusan a sus críticos de “traidores de la patria” o “enemigos del pueblo”, no están polemizando, están deshumanizando. Y cuando se deshumaniza se habilita al fanático que jala el gatillo creyendo que cumple una misión. No son frases al aire: son gasolina lanzada sobre una democracia ya en llamas.
Además, se está usando a menores para perpetrar crímenes políticos, sabiendo que la ley los protegerá. ¿La solución? Aumentar las penas cuando se compruebe manipulación de menores con fines políticos. Que quienes los reclutan enfrenten la justicia como autores intelectuales.
Colombia no puede volver a los días en que las ideas se respondían con plomo.
Esto no es izquierda contra derecha. Es civilización contra barbarie. “Porque solo el que sueña con un país mejor se atreve a construirlo”.