Priscilla Falconi Avellán | Corte Constitucional: árbitro de la democracia

Para entender la polémica, conviene volver a lo básico: en democracia hay tres poderes que pueden chocar o excederse
En las últimas semanas, el país ha debatido dos hechos conectados: la decisión de la Corte Constitucional (CC) de suspender provisionalmente artículos clave de tres leyes urgentes aprobadas por la Asamblea en junio de 2025 (Ley Orgánica de Inteligencia, Ley de Solidaridad Nacional y Ley Orgánica de Integridad Pública) y la inclusión, en la consulta popular de diciembre de una pregunta que busca permitir que la Asamblea pueda someter a juicio político a los jueces de la CC.
Para entender la polémica, conviene volver a lo básico: en democracia hay tres poderes que pueden chocar o excederse. El Legislativo (Asamblea) escribe las reglas del juego -las leyes-, el Ejecutivo (presidente y ministros) las aplica, y el Judicial las hace cumplir en casos concretos. La CC no pertenece a ninguno; es el árbitro que vela porque todos, incluso los tres poderes, respeten el manual supremo, la Constitución (CRE). No crea reglas, interpreta la CRE (arts. 429 y 436) y detiene actos que las contravienen.
La CC está integrada por nueve jueces elegidos por méritos. Se renueva parcialmente cada tres años y cada juez cumple un periodo máximo de nueve, sin reelección inmediata. Puede suspender artículos de leyes como medida cautelar cuando existen demandas de inconstitucionalidad y riesgo de vulneración de derechos. No es arbitrariedad, es un procedimiento técnico y con base legal.
La CRE (art. 431) prohíbe que los jueces de la CC sean destituidos por juicio político. No es un privilegio personal, sino una protección institucional. Si dependieran de mayorías legislativas, sus fallos podrían torcerse por miedo o conveniencia. Los controles ya existen, pueden ser investigados por la Fiscalía, juzgados por la Corte Nacional y removidos por el propio pleno de la CC si incumplen sus deberes.
Quitar esa protección -permitir que legisladores sin formación técnica evalúen a jueces- es abrir la puerta a un juego sin árbitro. Y si un equipo puede expulsar al árbitro en medio partido porque su decisión no le gusta, no es democracia, es dominio con apariencia de juego. Una derrota para la institucionalidad… que inevitablemente nos alcanza a todos.