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Jorge Jalil: Cambiamos

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La única forma de vencer estas fuerzas externas es demostrando resultados, dejando que ellos hablen por uno

El domingo Nayib Bukele ganó las elecciones de El Salvador con más del 85% de los votos. Alguien por fin lo había logrado; no solo mantuvo sus niveles altos de aceptación, sino que lo había traducido en votación pura y dura, logrando 58 de 60 miembros del Congreso y una reelección donde al segundo no le sacaba menos de 10 a 1. No es accidente, tampoco magia, ya es hora de que los políticos de siempre y los ‘expertos’ pongan las barbas en remojo. La gente ya no espera de sus líderes seres intocables y supremos que por amplia sabiduría y discursos en un balcón nos digan que le van a solucionar sus problemas. Eso era sostenible antes, cuando el acceso a la información era restringido a las élites y grupos de poder, cuándo no existían X o portales de noticias disponibles 24/7 para quien se quisiera informar. La información completa hace mucho dejó de ser privilegio de unos pocos para convertirse en un recurso accesible para todos.

¿Por qué algunos países optan por figuras más jóvenes a la hora de elegir a sus gobernantes? La evidencia nos dice que el electorado quiere darle las llaves para abrir la puerta del futuro a personas preparadas que no se han visto corrompidas ni podridas por las prácticas y pensamientos del pasado, esas que nos trajeron hasta donde estamos. Con esto no quiero decir que los únicos capaces de lograr un cambio son jóvenes, para nada; la capacidad de un político o un líder de cumplir con los objetivos de un país no se desprende de su edad sino de su voluntad de cambiar, como lo dijo el reelecto presidente Bukele. Corremos un riesgo grande de permitir que las ONG, la comunidad internacional ajena a nuestra realidad y opinólogos que basan su conocimiento en libros y no en la vida real influyan en la toma de decisiones en tiempos de crisis como este. La única forma de vencer estas fuerzas externas es demostrando resultados, dejando que ellos hablen por uno y dándole paso a las reformas que piden aquellos que los votaron; sin excusas, sin echarle la culpa al pasado. Hoy por hoy, el electorado valora mucho más un presidente enfocado en solucionar los problemas de la gente que en las próximas elecciones porque seguramente, como a Bukele, eso le llegará por añadidura.