Columnas

Malestar con los hechos

Lo que no está claro es por qué sucedieron y, algo peor, que una explicación, aparentemente lógica y por lo mismo indubitable, es falsa...’.

Lo sucedido en Haití la semana que acaba de pasar parece un cuento de Borges. Están los hechos con toda la crueldad y el horror que son características de la narrativa borgeana. Lo que no está claro es por qué sucedieron y, algo peor, que una explicación, aparentemente lógica y por lo mismo indubitable, es falsa, pero permite a la vez encubrir, la verdadera.

Recordemos el caso de Emma Zunz que aparece en El aleph. La protagonista, que trabaja en una fábrica de tejidos, mata al dueño de la misma, Aarón Loewenthal por violarla. Efectivamente, ella misma confiesa el asesinato que ha cometido. Y ciertamente, puede mostrar, que acaba de perder su virginidad. Los hechos, otra vez, son ciertos e indubitables: Loewenthal muerto, Zunz que se declara culpable y que justifica su actuación.

Y sin embargo, los mismos hechos pueden revelar otra cosa. Zunz mata al dueño de la fábrica por venganza debido a que Loewenthal, años atrás, había acusado de desfalco al padre de la joven para quedarse con la propiedad de la misma. Emmanuel Zunz tuvo que huir a Brasil, donde termina suicidándose. Emma se entera de lo sucedido. Tiene, el día anterior al asesinato, relaciones sexuales con un marino en el puerto, hace una cita con el propietario para matarlo.

En Haití se asesina con doce disparos al presidente del país. Exitosa, la policía local, en menos de 24 horas descubre a los presuntos asesinos, 26. No se dice cómo el comando de sicarios logró llegar donde el presidente, matarlo certeramente con armas de gran calibre, sin que nadie de la seguridad del mandatario interviniese ni resultase ligeramente herido. ¿Estaba sin seguridad el presidente?

De los 26 presuntos asesinos, 24 son colombianos y de ellos, un grupo de militares en servicio pasivo. No ofrecen resistencia y los videos los muestran asombrados e incómodos. Habrían sido contratados, dice una información oficial, para matar al presidente. Horas después, revela en cambio otra fuente oficial, estaban más bien para proteger al presidente. El horror y el asombro son de Borges. Su actualidad, nuestra.