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¡Europa despierta!

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El relato diseñado por Putin para legitimar su agresión armada y desatar la crisis mundial más peligrosa desde la II Guerra Mundial, es absolutamente increíble’.

Vladímir Putin y su brutal ofensiva contra Ucrania han logrado lo que parecía imposible, el despertar de Europa. Por ello, el título de ese artículo, retomado del magnífico editorial de Le Fígaro, de París, no es una admonición, sino la constatación de un hecho que hasta hace pocos meses parecía imposible conseguir: la autoconciencia de Europa. Esta es el resultado de la puesta en peligro de los valores occidentales de los que Europa ha sido la matriz, que se ha ido extendiendo a todo el globo. Valores incompatibles con formas de gobierno que niegan la libertad, la democracia representativa con sus defectos, la razón, la globalización, el respeto a la vida y las decisiones de sus ciudadanos.

El relato diseñado por Putin para legitimar su agresión armada y desatar la crisis mundial más peligrosa desde la II Guerra Mundial es absolutamente increíble.

Desde 2014, con la guerra desatada en las regiones del Donbás, Ucrania, por los estatutos de la OTAN, no hubiese sido jamás admitida en la misma. Putin alega que la seguridad de Rusia está en juego por los avances de la OTAN en el este de Europa que desconocen lo pactado verbalmente cuando se reunificó Alemania y desapareció la Unión Soviética en los 90. Olvida eso sí, que uno de los compromisos de esa época acordados por EE. UU., el Reino Unido y la misma Rusia fue proteger la soberanía de Ucrania una vez que entregó todo su armamento nuclear conforme al nuevo orden existente. Proteger los derechos de los ciudadanos rusos en Ucrania, supuestamente puestos en peligro por su gobierno “nazi”, destruyendo el país, resulta impresentable.

Uno de los articulistas de la revista británica The Economist decía, con lúgubre ironía, que la estrategia de Putin para ganar la Super Bowl era destruir a la vez a los jugadores y a los espectadores para declararse triunfador.

“La enfermedad europea” a la que se refería Nietzsche era un supuesto indispensable para el éxito del relato de Putin. El giro alemán, después de décadas de somnolencia, es el mejor símbolo de esta Europa dispuesta a luchar por sus valores.