Jeannine Cruz | Australia lidera en seguridad digital
La crisis es real, pero también lo es la oportunidad
El debate que hoy sacude a Australia nació en casa. La esposa del primer ministro de Australia del Sur, Peter Malinauskas, terminó de leer The Anxious Generation, de Jonathan Haidt, y le dijo: “Tienes que hacer algo”. Ese llamado íntimo se transformó en proyectos de ley que buscan limitar el uso de celulares y redes sociales en menores, y exigir a las plataformas mayor responsabilidad sobre los daños que generan.
Haidt describe una realidad inquietante: entre 2010 y 2015 la infancia fue “reconfigurada”. El juego libre y las relaciones cara a cara fueron reemplazados por pantallas y notificaciones. Esta transición coincide con un aumento global de ansiedad, depresión, trastornos del sueño y autoestima frágil. Los adolescentes, sensibles a la comparación social, quedan expuestos a algoritmos diseñados para retenerlos, incluso cuando el contenido resulta tóxico o adictivo.
Por eso, Haidt propone acciones claras: retrasar el uso del smartphone hasta los 14, limitar redes sociales hasta los 16, crear escuelas sin celulares, y regular o eliminar algoritmos dañinos. En Australia ya se discuten sanciones para plataformas que no protejan a los menores y exigencias para configurar sus sistemas de manera segura por defecto.
Para Ecuador, este debate es urgente. Nuestros niños y niñas también enfrentan ansiedad, aislamiento y pérdida del juego real. Pero aquí se suma un riesgo adicional: las redes sociales se han convertido en un camino para que el crimen organizado contacte, manipule o reclute a adolescentes, aprovechando su vulnerabilidad emocional y la falta de supervisión digital.
Por ello, el Estado, la Asamblea y el sistema educativo deben abrir un debate serio sobre regulaciones: control de edad, restricciones a algoritmos, sanciones a plataformas que incumplan normas y entornos escolares libres de teléfonos. No se trata de demonizar la tecnología, sino de proteger la etapa más frágil y valiosa de la vida.
La crisis es real, pero también lo es la oportunidad: rediseñar un entorno digital que acompañe, no que destruya, la vida de nuestros jóvenes.