Semáforo rojo

Avatar del Jaime Rumbea

"Ni siquiera se discute con claridad por qué el semáforo es rojo, solo lo es".

Vamos conduciendo en ralentí hacia un semáforo cuyo color es imposible determinar. Con el liderazgo político actual, solo podemos anticipar un semáforo rojo, frenar, parar la máquina; aunque tal vez ya no quede combustible para volverla a arrancar. Ni siquiera se discute con claridad por qué el semáforo es rojo, solo lo es. De donde nos preguntamos, en la línea de un arranque que se vuelve más esquivo cada minuto, ¿cuándo estaremos andando nuevamente?

Justifico la parada impuesta por la pandemia, pero no justifico la parada impuesta por el miedo y el inmovilismo. Lo que hoy se sabe del COVID19 basta para dejar miedos de lado y darle un verdadero sentido a la prudencia: el de la acción medida. Porque la inacción no es prudencia.

Surgen las típicas disyuntivas del manejo de crisis: ¿cuál es la historia de esta tragedia que quisiéramos recordar para que nos dé fortaleza en las dificultades que se vienen? ¿Está sacando la pandemia lo mejor que puede sacar de nuestras capacidades? ¿Hemos tomado las decisiones difíciles que otrora no tuvimos la capacidad de tomar? Cuando esto se acabe, ¿cómo evitar que los coletazos de la emergencia, del régimen de excepción y del caos político se prolonguen ‘ad infinitum’? Ahora resulta que los alcaldes dicen estar preparando normativa para exigir lo mismo que exige el COE...

Recordemos que cada decisión del COE, de la Asamblea o de los municipios acarrea consecuencias para todos y si conforme vamos saliendo de la emergencia no se la cierra y se la liquida como a un proyecto, como a un capítulo, como a una crisis, todas esas decisiones se quedarán con nosotros como cola de lagartija. Si no empezamos a pensar cómo tiene que terminar este episodio, las normas, las responsabilidades y los controles que fueron la salvación en período de crisis serán el lastre de la recuperación.

Los psicólogos descubrieron hace no mucho tiempo que los humanos no recordamos historias continuas, sino episodios puntuales con los que le damos estructura a nuestra narrativa individual y social. Dicen también que los episodios clave son el clímax y el cierre: a trabajar sobre esa base.