Columnas

Un juguete para 2021

"Ya quisiéramos todos haber jugado esto hace unos pocos años y estar mejor preparados para lo que viene"

Caminando por las calles de una gran ciudad hace unos pocos años se me atravesó una tienda que no pude dejar de visitar.

Sin mayor infraestructura, pues era un negocio joven, con una ubicación recientemente alquilada, me sorprendió el ambiente que dominaba el sitio. Habían niños con sus padres, acompañados por personal de la tienda, que formaban pequeños grupos gesticulando animadamente mientras probaban los productos en venta.

Se trataba de pequeños robots para niños, muy básicos, con formas de carrito, trencito o animalito, incluidos gatos con cuerno de unicornio, aquel animal de moda entre los niños que los milenios ni siquiera alcanzamos a conocer. En esencia, eran juguetes para aprender a desarrollar código, esto es a programar, de manera lúdica, sin darse cuenta, descubriendo y jugando entre varias personas de cualquier edad.

Me abordó en la tienda la que parecía una alta ejecutiva. En los dos minutos de atención que me dedicó me compartió la filosofía del fundador del negocio, él mismo, padre joven de pequeños niños. Ella por su lado era una mujer joven y estaba embarazada, por lo que sus explicaciones venían cargadas con la emoción propia de quien se imagina ilusionadamente disfrutando de un juguete con un hijo por nacer.

La filosofía detrás de los juguetes era sencilla. El fundador había decidido dedicarse empresarialmente a lo que constituía su misión como padre: para preparar a sus hijos para el siglo XXI, debía inculcarles conocimiento tecnológico y empatía. Dos cosas que suenan más fáciles de lo que seguramente son; y sus juguetes buscaban justamente ayudar a los niños en eso.

Me acuerdo de esto cuando estamos entrando al 2021. Nunca antes el desafío de la transición digital ha sido tan evidente para todo el mundo, indistintamente de edad, patrimonio, credo, o cualquier diferencia. Nunca antes, la necesidad de empatizar con nuestro entorno ha sido tan necesaria, que ahora cuando nuestras interacciones son mediadas por distancia, pantallas o en el mejor de los casos, mascarillas.