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Bien por ese COE

Avatar del Jaime Rumbea

Ya era hora de que alguien haga una norma de gestión de confinamientos que brinde previsibilidad’.jaim

Por fin una decisión de autoridad pensada para operar bajo distintos escenarios, con gradaciones acordes a cada uno de ellos. La última resolución del COE de Guayaquil tiene ese atributo digno de comentar.

Cuando la exministra Romo lanzó el año pasado sus semáforos, más allá del componente lúdico y de las ineficiencias propias de la simplificación, debimos aprender que la administración de crisis no es binaria. Y que la normativa para administrar una crisis como la que vivimos debe a la vez tener elementos contingentes y ser sostenida en el tiempo.

La última resolución del COE de Guayaquil es en ese sentido avanzada, porque supone tres niveles de alerta distintos, de los que derivan a su vez diferentes escenarios de política pública aplicable.

Para cuestiones de COVID-19 es sencillo: si el COE local mañana dice que se pasa de un nivel de alerta a otro, no se necesitan nuevas decisiones ni normas, solo cambian los horarios de circulación en el cantón. Esto se desmarca de lo que sigue siendo la tónica en la mayor parte del país, donde cada vez que se suben los contagios o pasa algo se reinventa el mundo.

Cuando todas las semanas nuestras libertades son tema de conversación en una mesa de funcionarios, esta evolución normativa es un alivio. Permite más transparencia, más previsibilidad, porque es posible determinar que pasa si... desarrollando también planes de contingencia acordes en las familias y organizaciones.

En esta misma columna comentaba el 22 de mayo de 2020 que ninguna ordenanza municipal había hecho suyas para esas fechas las funcionalidades comentadas del simbólico semáforo. Cada municipio de allá a acá empezó a regular como mejor pudo en cada episodio de esta tragicomedia.

Tampoco ha sucedido hasta la fecha algo deseable: así como los municipios controlan a la gente, haciendo globos de ensayo normativo, la gente tiene la obligación de controlar a las autoridades. Mucho se lograría con un semáforo que permita “rankear” a los municipios con menos contagios, aquellos que han logrado reactivar su economía, como aquellos que más respetan las libertades.