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Aforismos

Avatar del Jaime Rumbea

¿No nos hemos convertido en el absurdo mismo cuando la corrupción de pocos somete hoy al gobierno de muchos?

Cuando estaba por ahí en segundo año de universidad, recuerdo haber conseguido trabajo activando tarjetas magnéticas para el laboratorio de informática.

Como había días más ajetreados que otros, aprovechaba para hacer deberes y estudiar mientras nadie tocaba la puerta. Era ideal. Y a falta de smartphone o internet, en los ratos de distracción le dedicaba tiempo a una fascinante enciclopedia ilustrada que encontré en una percha de la oficina.

Recuerdo claramente que una de mis secciones preferidas era la de los aforismos latinos.

Trascendiendo los más populares como ‘nunc est bibendum’, el preferido entre seguidores de Baco, o los más técnicos propios de ciertas especialidades, me resultaron de particular utilidad aforismos que servían en la construcción del tipo de argumento necesario para enfrentar a un profesor en una prueba oral.

Los romanos cultos explicaban conceptos difíciles de comprender usando referencias, brindando orientación sobre una idea en relación a otras ideas más conocidas. Ora a su origen o nacimiento, ora en relación de negación u oposición con otras cosas más fáciles de comprender, e incluso ‘ad absurdum’, esto es, llevando una idea hasta el absurdo o comparándola con el absurdo.

Resulta para mí increíble que nuestras discusiones sobre el Estado, el Gobierno o el servicio público sean tan dispersas, inconexas e incluso cacofónicas, que nada ha mejorado sustancialmente en la política durante algún buen tiempo. ‘Nihil novi sub sole’ dirían los romanos para referirse a que luego de varios siglos desde que nuestro sistema de gobierno actual fue ingeniado, poco es de su misión y visión lo que se ha conseguido en los últimos años.

Preguntémonos: si el Estado-nación occidental moderno nació con la democracia para servir mejor a los pueblos, ¿se mantiene fiel a su origen? Si el gobierno democrático es en los conceptos un opuesto ventajoso de los totalitarismos divinos, su negación incluso, vive hoy a la altura de su definición ‘a contrario sensu’? ¿No nos hemos convertido en el absurdo mismo cuando la corrupción de pocos somete hoy al gobierno de muchos?