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Jaime Rumbea: Semáforos para las crisis

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¿Qué pensará un importador sobre su proveedor-exportador ecuatoriano que no puede enviar un simple e-mail?

¿Qué le dice un exportador ecuatoriano a un cliente en el extranjero? “No tengo luz; así que usaré el celular para responderte. La empresa de telefonía no puede sostener el servicio, así que no te puedo enviar un e-mail que necesitamos para la aprobación del pago”. Esta es una historia real, una vergüenza que trasciende lo individual para convertirse en una preocupación nacional.

¿Cuándo se resolverá esta situación? ¿Cómo? Y, sobre todo, ¿qué significa para quienes comercian dentro y fuera de nuestras fronteras? ¿Qué daño inflige en sus reputaciones? Es difícil mantener la paciencia y la compostura ante tales circunstancias. Socavan nuestra autoestima nacional, afectan los planes personales, entorpecen las actividades comerciales y debilitan la economía en su conjunto. La imagen internacional del país también sufre. ¿Qué pensará un importador sobre su proveedor-exportador ecuatoriano que no puede enviar un simple e-mail?

Es evidente que lo que estamos viviendo no es aceptable. No es normal; debería ser considerado una situación extrema. Sin embargo, en lugar de solo lamentarnos mientras los políticos resuelven, deberíamos buscar algo positivo en esta situación. Los eventos extraordinarios como el COVID-19, las movilizaciones indígenas, las paralizaciones urbanas o los apagones deberían ser tratados de manera similar. Deberíamos analizarlos como transgresiones que afectan a todo el entramado social.

Para hacer frente a esto, vale un régimen regulatorio flexible y graduado, similar al famoso semáforo de María Paula Romo. Todas nuestras regulaciones deberían pasar por este filtro y adaptarse a escenarios específicos según el tipo de evento extraordinario que estemos enfrentando. Se debe establecer qué servicios se mantienen, cuáles se suspenden y qué sectores de la población tienen prioridad en cada situación transgresora. Este enfoque nos permitirá gestionar de manera más eficaz los desafíos que enfrentamos como país, garantizando la continuidad de los servicios esenciales y protegiendo los intereses, tanto de los ciudadanos como de las empresas.

Es hora de adoptar medidas innovadoras que nos ayuden a superar estas crisis de manera más ágil y efectiva.