Jaime Rumbea: A la zaga
Cuando hay grandes cambios y transformaciones, que mueven las economías, puede uno aprovecharlas o dejarlas pasar
Escuchamos por aquí y por allá sobre cripto. ¿Estamos viendo “innovaciones financieras” o una transformación del gran esquema sobre el que caminan los negocios? Entrando a diciembre podemos decir que 2025 fue un año de cambios en la capa que sostiene la vida económica del mundo: la confianza y la definición práctica de dinero. Tres escenas lo muestran y respecto a las tres, en Ecuador se nos pasa la oportunidad de subirnos al nuevo mundo.
En Estados Unidos el mercado cripto dejó la periferia: productos spot y reglas claras para stablecoins entraron al sistema financiero al ser ya regulados por la CFTC. Parece tecnicismo, pero abrir al público cripto regulado es un nuevo mundo y baja el costo de entrada a un nuevo mercado, normalizando el “dólar en blockchain” como infraestructura replicable.
India avanzó por otra vía: su Banco Central, que emite Moneda Nacional Digital para uso minorista, abrió un sandbox nacional con millones de usuarios. El dinero estatal se volvió programable: pagos que llevan crédito embebido, subsidios condicionados, trazabilidad automática. No es solo digitalización; es derecho monetario ejecutándose en tiempo real.
Argentina, en cambio, no esperó laboratorios. La sociedad dolarizó digitalmente su vida con stablecoins para ahorrar, pagar y comerciar. No fue ley sino necesidad: cuando la moneda local falla, la gente reprograma la confianza. Antes era el colchón el que daba certeza; hoy es blockchain.
El hilo común es incómodo: blockchain no “mejora finanzas”, reordena economías porque toca qué cuenta como dinero, quién valida el intercambio y cómo se ejecutan sus reglas.
Latinoamérica suele llegar tarde y comprar resultados caros. La demora cuesta también soberanía cuando eres importador de divisas. Ecuador, ya dolarizado, podría tener ventaja si regula rieles de stablecoins para remesas y comercio, impulsa tokenización productiva y usa dinero programable en políticas públicas. Pero eso exige decisión estatal y pacto con banca y fintech.
El 2025 dio lugar a transformaciones afuera. Acá ya se puede recargar una billetera cripto en la farmacia o en Western Unión, pero pareciera que queremos ocultarlo. Un año más nos pasó por las narices para capitalizar esto a nivel de la economía entera. Veamos 2026.