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Durkheim

Avatar del Jaime Rumbea

"¿Cuándo se perdió en nuestro contrato social la relación causal entre la plata rápida y un mal final?"

“Categorías como el tiempo, el espacio, causa y número representan las más generales relaciones que existen entre las cosas; estas superan a todas las demás ideas en extensión y dominan silenciosamente todos los detalles de la vida intelectual y social. Si la humanidad no coincidiera en la misma concepción de tiempo, espacio, causa y número, todo contacto entre mentes sería imposible”.

Ante lo cual se pregunta uno... ¿cuándo se perdió en nuestro contrato social la relación causal entre la plata rápida y un mal final, incluso tras las rejas o ajusticiado por sicarios? ¿Cómo es posible que una y otra vez se desdibuje la relación causal entre la ambición desmedida y la corrupción, para que parezca simplemente olvidada? ¿Cómo es que cada cierto tiempo volvemos a escoger gobiernos autoritarios que desaparecen personas y violan derechos o peor aún, la integridad y la dignidad de las personas?

La cita que abre esta columna es de Emile Durkheim y es más actual que nunca ante la polarización y el ruido reinante.

Más allá de la política, vivimos un una cacofonía atroz sobre la pandemia. No hay certezas sobre vacunados, no hay certeza sobre la efectividad de los tratamientos, no hay certeza aún ni siquiera sobre el origen del virus. ¿Por qué? Si no logramos acuerdos estables sobre los criterios citados por Durkheim, o se nos escapan mientras circulamos memes, ¿cómo podremos sostener el acuerdo universal sobre el que se edificó la ilustración, a saber que solo la ciencia vencerá las tinieblas?

Nuestro más grande desafío como sociedad es encontrar el mínimo común denominador de criterios comunes sobre los que pueda caminar la máquina civilizatoria. Lograr eso es el rol de los políticos, de los jefes de empresa y de los padres de familia.

Estas no son leyes inmutables de la física, como las que aprendemos cuando niños: si tocas el fuego te quemas, si te tiras de muy alto te lastimarás.

No hemos podido darle a la experiencia social el peso de los hechos científicamente verificados. Para aprenderlos como hechos incontrovertibles. He ahí un desafío para nuestros liderazgos.