No-ciudadanos

"Y luego un día la gente se calienta y reclama, se sube el tono..."
Los urbanistas llaman no-zonas a los espacios públicos desatendidos que parecen propiedad de nadie. Los hay en muchos lados: como además son de todos, nadie se preocupa por ellos. Aunque la gente los atraviesa o les pasa al lado, sin poder desaparecer físicamente, desaparecen de la conciencia social.
Aquí, muy cerca de mi casa, hay un espacio entre la vereda y la calle que, aunque es seguramente un derecho de vía que algún día se convertirá en calzada o ciclorruta, es hoy un basurero pasivo, apenas lastrado, en plena área urbana. Es un lugar que parece estar desconectado del entorno.
En nuestras casas, en la sociedad y en la política pasa lo mismo. Muchas cosas desaparecen de la conciencia sin haberlas siquiera barrido a propósito abajo de la alfombra.
La burocracia se especializa en crear zonas muertas: “ese papel no es responsabilidad de esta dependencia”, dice el ventanillero, sino de la de allá, que a su vez mira para otro lado. Y se produce un no-lugar administrativo, un no-servicio. “La firma no está bien hecha, no se parece a la de la cédula”, dice el otro. “Vaya a hacerla de nuevo”, sin que exista un parámetro previsible o incontrovertible de lo que está bien y lo que no está bien.
Todos coincidimos en que el no-servicio es deplorable y esperamos que algún día sea corregido, pero lo sacamos del catálogo de problemas que tenemos. Lo aceptamos pasivamente como parte del paisaje del Estado.
No solo en el sector público las burocracias tienen una tendencia orgánica a crecer y anquilosarse, los procesos a acumularse sin beneficio de inventario. Y así nos vamos llenando de no-lugares administrativos.
Y luego un día la gente se calienta y reclama, sube el tono. El no-trámite y el no-servicio toman cuerpo, son repentinamente visibles, perceptibles, revive una conciencia social sobre ellos. En la política, con histrionismo, un candidato populista aparece y capitaliza la situación. Y entonces habremos cedido, de nuevo, nuestro rol público de críticos activos del poder público, de reclamar la atención de esos no-lugares, justamente a quien no deberíamos. Como no-ciudadanos.