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Caleidoscopio

Avatar del Jaime Rumbea

"La política del todo para los míos y nada para los otros es una lotería. Y nadie en su sano juicio quiere que el futuro de sus hijos sea lotería"

Indistintamente de las preferencias políticas, todos los votantes anhelamos un presidente que nos permita tomar las mejores decisiones para el bienestar de nuestras familia. Todos sin distinción.

Cierto es que algunos anhelan más que eso: quisieran dádivas, regalos, prebendas o garantías. Pero hay otros que no esperan mayor cosa del gobierno; son aquellos a los que la burocracia doblegó, o los que de plano se niegan a depender de una autoridad.

Las necesidades proyectadas sobre el Estado son tan distintas como las personas que lo conformamos. No podemos reducir ese caleidoscopio a un solo color o posición: solo a la fuerza, con violencia, la historia enseña, se reduce la sociedad a una visión política, a una ideología única, a un dogma.

Por eso debemos preguntarnos a dónde nos lleva esta política posicional en la que cada evento electoral, o incluso social, es una guerra entre visiones que compiten. Es la política de la polarización. La política de las diferencias y del nosotros contra los otros; la política tribal. Es justamente la polarización que obliga a los políticos a servir a sus compinches, desatendiendo a quienes se encuentran en polo opuesto. Cuando la política bien entendida debería servir al mayor número; cuando la exclusión de unos pocos de las ventajas a las que acceden otros es ya motivo para considerar fracasada la política.

La mejor forma en que un presidente puede hacer su trabajo es atendiendo al mayor número, no a estos sí y a esos no. Y aquello es posible garantizando condiciones mínimas para todos, no desperdigando ofertas que solo valen para unos a costa de otros. La mejor forma de hacer política es brindando condiciones para que el gran número prospere.

Cuando quedan horas para meditar el voto, pensemos que esta no es una decisión interesada con la que vamos a trazar una línea de corte frente a opositores políticos o detractores ideológicos. Seguir en esa tónica solo nos acerca a una lotería en la que, si hoy ganamos, mañana perdemos. Votemos por las personas que nos alejen de la polarización.