Paz sexual

Avatar del Iván Baquerizo

'Por eso creo que es un error histórico del “mainstream” feminista esta visión victimista, excluyente y confrontacional. Si no estás conmigo, estás contra mí'.

Este 8 de marzo se celebró el Día Internacional de la Mujer. En muchas ciudades del mundo, los movimientos feministas realizaron marchas para exigir, entre otros, igualdad entre géneros, luchar contra la violencia machista, etc. El mensaje en las marchas era que las mujeres han sido desde siempre víctimas de los hombres y del “patriarcado”. La lógica detrás es sencilla: el opresor es hombre pues resultaría absurdo que las mujeres sean simultáneamente víctimas y victimarias.

Sin duda hay mucho por corregir en términos de opresión, violencia de género y machismo. En todos los países del mundo aún existe a nivel legal y/o cultural una alta discriminación y violencia hacia las mujeres. Aquello resulta moralmente inaceptable y justifica cualquier iniciativa o lucha. En ese sentido, como diría Enrique el Grande: “París bien vale una Misa”.

Si bien resulta loable el objetivo de luchar contra todo tipo de discriminación, considero que el agresivo “mainstream” feminista se equivoca en la definición del problema, en el cómo solucionarlo y en quién es el enemigo.

La corriente mayoritaria feminista -no sé si realmente mayoritaria, pero al menos la más expuesta mediáticamente- ha planteado el feminismo como una colectivización de la mujer. Las autoproclamadas líderes del feminismo pretenden representar a todas las mujeres por el simple hecho de ser mujeres. El factor de identidad son los ovarios. Rechazan tener en sus filas a hombres, pues aquello representa dormir con el enemigo. Han creado un modelo colectivista y utópico del deber ser de la mujer. En este ‘sumak kawsay’ feminista, la mujer trabaja fuera de casa, actúa y se mimetiza con el hombre, encuentra ofensivo galanterías, y ser ama de casa resulta ser un fracaso. A cualquier individuo que pruebe alejarse de este molde ideal se lo confronta violentamente y es calificado de machista, misógino o ignorante. Atribuyen esta tendencia a las nuevas generaciones y cualquier desviación al molde te hace, en definitiva, un anticuado. O anticuada.

Yo respeto mucho este estereotipo de mujer moderna. Soy un convencido de que los individuos tenemos derecho a escoger cómo vivir nuestras vidas y a asumir con responsabilidad las consecuencias de nuestras decisiones. Por eso creo que es un error histórico del “mainstream” feminista esta visión victimista, excluyente y confrontacional. Si no estás conmigo, estás contra mí. Existen muchísimas mujeres que libre y voluntariamente deciden renunciar a sus carreras y realización profesional para buscar su realización personal a través de sus familias y siendo “simples” amas de casa. ¿Hay algo de malo en esto?

En definitiva, esto no se trata de un molde único que calce a todo el mundo. Se trata de la permanente lucha por defender y garantizar los derechos individuales a la vida y a la libertad. Y por eso debemos ser tolerantes y respetar la libre elección de cada uno, aunque difiera de mi visión.

Los hombres no somos sus enemigos; el enemigo es el colectivismo y para pelear contra él, somos sus aliados. Como diría la diputada por Barcelona Cayetana Álvarez de Toledo: “Frente a la huelga del 8-M, firmemos la paz sexual. Y que sea fecunda. Y placentera”.

¡Hasta la próxima!