Punto medio
El país en las últimas décadas había sido caracterizado por un sistema bipartidista. Un partido de derecha y otro de izquierda.
En las elecciones de abril de 2019 tenían 57 puestos en el Congreso. En noviembre, 10. ¿Cómo hizo Ciudadanos para perder 47 escaños en 7 meses? Un partido que nace como la opción política de “centro” en España. El país en las últimas décadas había sido caracterizado por un sistema bipartidista. Un partido de derecha y otro de izquierda. Y en esta plataforma de héroes y villanos los españoles tomaban sus decisiones. Pero ante la corrupción, la decepción y el cansancio de “los mismos de siempre”, Ciudadanos empezaba a construirse. El único problema con el centro es la falta de definición. Si no eres de los unos, ni de los otros, entonces ¿quién eres? ¿Qué propones? Como afirma Ignacio Molina, profesor de Ciencias Políticas en la Autónoma de Madrid: “No es fácil ser de centro porque el animal político tiende a la competición, a distinguir amigos de enemigos cuando toca votar. Con esa premisa, los dos grandes partidos de cada lado del espectro tienen las de ganar porque ofrecen respuesta a nuestro instinto de identificación con un bando”. El punto medio solo tiene cabida cuando los extremos han colapsado la paciencia del votante; cuando su discurso de gente nueva, sin ideología, pero pragmática y eficaz, resulta atractivo. Pero este espacio es limitado. Ganas y lo desaprovechas, puedes despedirte. No habrá próxima. Sonaron las campanas de las 12 y terminó el hechizo. Te verán por lo que realmente eres: nada. Sin esencia, sin postura, sin soluciones ni propuestas. Tus acciones no hablaron por ti, y palabras, no tienes. La decepción de lo insípido del gris provoca que los votantes terminen apostando con más ganas a las fuerzas polarizadas. En España, los votos de Ciudadanos se los llevó Vox. La extrema derecha. Los anti. Antifeministas, antimigración, antiindependentistas. Se quema Cataluña y ¿a quién le vas? A quien promete cárcel para todos. O independencia total (JxCat, ERC). Depende de qué lado defiendas. Así, los extremos volvieron a la cancha, radicalizando el discurso. Pronto los partidos tradicionales se van a ver obligados a pactar con ellos, pues en un mundo de bandos nadie quiere tener menos peso.