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En relaciones internacionales la política interna de un Estado afecta su entorno inmediato.

Desde que Alberto Fernández recibió la banda presidencial de Mauricio Macri, he pensado este artículo. Ya no con para escribir cómo fue posible el triunfo del kirchenrismo-peronismo luego de un gobierno de centroderecha, sino desde una perspectiva internacional, o en este caso regional: cómo el regreso de una agenda progresista en la Casa Rosada afectaría a Latinoamérica. En relaciones internacionales la política interna de un Estado afecta su entorno inmediato. Lo primero que vamos a sentir en la región es la tensión de la cuerda. Imagine dos partes, cada uno al extremo halando para su lado, tratando de “vencer” al otro. Esa imagen probablemente describa la relación Brasil-Argentina (condición ‘a priori’ de que Bolsonaro continúe en el poder). Este debate se va a sentir: (i) cuando la crisis escale nuevamente en Venezuela y (ii) en el futuro inmediato del Mercosur. Sobre lo primero, los efectos en la región serían emocionales. Indignación por el apoyo de Argentina al régimen de Nicolás Maduro, pero tras cuatro años sin acción contundente de la región ante la crisis venezolana, sería ilógico concluir que la presencia de Fernández fue “definitiva” para la continuidad del chavismo en el poder. Sobre el segundo, los efectos son tangibles: ¿se van a lograr poner de acuerdo en el Tratado de Libre Comercio con la UE? Esa diferencia sí se mide en miles de millones de euros que ganarían (o perderían). Pero el Estado no solo afecta su entorno al crear tensiones o puntos muertos. Geográficamente se convierte en punto de apoyo que coidearios pueden utilizar como centro de mando. Pensé hacer proyecciones, pero no prever que contaría con evidencia. No pasaron ni diez días y la profecía fue cumplida: Evo Morales se trasladó de oficina. México le quedaba muy al norte. Con Argentina comparte frontera. Será jefe de campaña de MAS (Movimiento al Socialismo) en estas elecciones presidenciales bolivianas. Las instrucciones a sus seguidores ya no tendrán que darse por teléfono. Así como funciona el “efecto dominó” (uno cae, el resto sigue) en una región. No solo por imitación, sino por la ayuda logística/operacional que el nuevo centro brinda.