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Irene Vélez Froment: Un solo puño

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Estamos en guerra. Cada uno debe actuar desde su trinchera, para que su vecino no caiga en combate

A quien me esté leyendo, ¡qué duro fue! ¿A usted también le costó reconocer a nuestro país el martes 9 de enero? Mientras lo veía desgarrarse algo singular ocurrió: reconocí cuánto te quiero, Ecuador. Eres mi hogar, mi casa. Y voy a luchar por el derecho de vivir donde nací. Cada acción que realice de aquí en adelante pasará antes por un filtro: ¿esto (te) ayuda? Desde cada letra que escriba, hasta la forma de consumir. Porque no solo estás en las caras de quienes perplejos vieron cómo irrumpieron en su canal, también lo estás en las personas que no saben cómo van a llegar a fin de mes, y en quienes sacan cuentas para no cerrar el negocio. Estamos en guerra. Cada uno debe actuar desde su trinchera, para que su vecino no caiga en combate. Empezando por el presidente. Haber tomado la decisión de declararnos en un conflicto armado no internacional demuestra dos cosas: primero, una decisión tajante y frontal, de combatir a la delincuencia. La primera acción real que cambia el juego del país. Y en segundo lugar, gran capacidad de maniobra política y conocimiento internacional: aplicaron una medida que no se había discutido en medios, ni en redes. Al enmarcarnos en esa figura no hay “una acción”, sino estrategia, con tácticas concatenadas. Por ejemplo: al declarar a estos grupos como terroristas, permite (i) que el Ejército pueda participar directamente en su neutralización y (ii) que quienes los procesen sean exclusivamente los 16 jueces anticorrupción. Con esto bloquea la posibilidad de que “los capturan y (jueces corruptos) luego los liberan”. Evidentemente hay más interrogantes que respuestas; estas dos las más urgentes: (i) ¿cuáles son los objetivos concretos de este estado de guerra? Por ejemplo, en El Salvador se aprobó el Régimen de Excepción de Emergencia, y en cinco meses se detuvo a 51.241 pandilleros. En esta línea, ¿a qué apuntamos? (ii) ¿A dónde van a ir los capturados? Porque mandarlos a una penitenciaría sería la representación de la mano izquierda borrando lo que escribió la derecha.

A quién me esté leyendo: ¡qué duro fue! ¡Qué duro será! Acompañémonos. Unámonos. Que cinco dedos por separado jamás formaron un puño.